Félix fue profesor de varias generaciones de médicos panameños que se han destacado en Panamá y en el extranjero. Siempre me decía, a los estudiantes de medicina debo enseñarles todo lo que sé, ya que ellos serán los médicos del mañana.
Fue un hombre humilde, rechazó elogios y homenajes. Realizó una labor callada y fructífera en su consultorio privado y en los hospitales públicos y privados de Panamá y Colón.
Durante los cuarenta y tanto años que compartí con él, aprendí a conocer a un ser superior, culto y siempre optimista. Nunca lo noté deprimido ni negativo, nunca tuve discusión ni desavenencia por algún asunto personal o familiar.
A principios del año 1998 tuve la feliz iniciativa de recopilar tanto un legado de apuntes que había escrito sobre los orígenes de su familia italiana como de sus vivencias como estudiante de medicina y luego como médico, esposo, padre y abuelo. Llamé a Neco Endara para su revisión y sobre todo su opinión para ser publicados. Neco quedó impresionado después de leer los apuntes y de entrevistarse con él, y recomendó hacer un libro que tituló: Radiografía de un médico, que una vez editado ha tenido un éxito sin precedentes. Gran alegría le proporcionó al doctor ver plasmado en un libro sus escritos, asimismo se emocionó al recibir llamadas de numerosos pacientes, familiares y amigos que le solicitaban una copia del mismo. Este primer libro lo motivó a seguir escribiendo, labor que hacía todos los días hasta los 92 años, desde las teclas de su computadora. Un buen día, me sorprendió con una serie de artículos sobre sus anécdotas como médico desde los inicios de su carrera de medicina en 1938. Este libro lo tituló: Anécdotas de un médico, que se publicó a inicios del 2002, exactamente año y medio antes de su deceso.
Es indescriptible la satisfacción que me proporcionó conocer a este ser superior, con la memoria más extraordinaria que he conocido, narraba con tanta precisión sus experiencias, como si estas hubiesen ocurrido en fecha reciente, con los detalles y nombres de las personas mencionadas. Nunca dejó nunca de escribir, ni de pensar, luego de cada hospitalización, desde que le detectaron la enfermedad del colon a principios del 2003. Se pegaba a su computadora y seguía escribiendo sobre tópicos de toda índole. Sus conocimientos y cultura eran muy vastos. Hablaba de ciencias, filosofía, política y literatura como un erudito.
Recuerdo una tarde cuando llegué a la casa a visitarlo, observé a Gloria, la señora que lo cuidaba, leyéndole pasajes de El Quijote. Lo más sorprendente fue que muchos de ellos los recitaba de memoria. ¡Qué mente más privilegiada tenía!
Una semana antes de hospitalizarlo por quinta vez, en el 2003, me llamó para entregarme lo que fue su último escrito, que tituló: Remembranzas del Instituto Nacional, allí se había graduado en 1930. Al leerlo, quedé impactado por la precisión de los detalles sobre sus profesores, compañeros y las anécdotas de cada uno de ellos.
El Dr. Félix A. Stanziola fue realmente un "joven de 90 años", tal como lo describió Lil Marie Herrera en un artículo que apareció en el diario La Prensa a una semana de la presentación de su primer libro: Radiografía de un médico.
Quiero agradecer en nombre de mi esposa Marianela, mis cuñados, hijos, nietos y bisnietos, a todos los amigos, familiares, médicos, auxiliares, enfermeros y al personal que trabajó con él durante mucho tiempo, por hacer su vida más placentera durante sus últimos dos años. Gracias a ellos, él siempre se despertaba optimista, agradeciéndole a Dios por la vida, con algo que hacer; algo que anhelar, siempre un proyecto y algo que disfrutar como era la compañía permanente de sus amigos y seres queridos.
Su ejemplo y recuerdo siempre nos servirán de guía a todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo.
¡Sé que Dios lo tiene en su gloria!
