Si el ojo del niño se torna rojo, acuoso y supura pus, es probable que tenga una infección en el saco lagrimal conocida como dacriocistitis, y que a su vez es consecuencia de la obstrucción del conducto nasolagrimal (dacriostenosis).
La dacriostenosis se produce por varias razones: un desarrollo inadecuado del sistema nasolagrimal al nacer, infecciones oculares graves o fracturas de los huesos de la nariz o de la cara.
La obstrucción hace que el exceso de lágrimas bañe la mejilla del lado afectado. En muy raras ocasiones ocurre en ambos ojos en niños menores de 12 semanas de edad. Una vez que el sistema nasolagrimal se desarrolla (hacia los seis meses de edad) la obstrucción suele desaparecer sin que se necesite tratamiento.
Cuando la infección persiste por mucho tiempo, es probable que los síntomas, como la fiebre, desaparezcan y quede únicamente una hinchazón en la zona.
Por otra parte, si la infección es recurrente, la zona que cubre el saco se engruesa y se pone roja. Entonces puede formarse un absceso que terminará por romperse a través de la piel, lo que permite drenar el contenido.
La infección puede tratarse con antibióticos y con compresas calientes de manera local. Ejercer una ligera presión en el área que se encuentra entre el ojo y la nariz, es decir, directamente sobre el saco, puede ayudar a evacuar el pus. De hecho, la obstrucción desaparece con mayor rapidez cuando los padres aprende a masajear suavemente el área con la yema del dedo para vaciar el conducto.
Si la infección es crónica, el conducto nasolagrimal se abre con una sonda o mediante cirugía. Casi nunca es necesario extirpar por completo el saco lagrimal.
Si además de la obstrucción y la dacriosistitis se produjera una inflamación de la conjuntiva (conjuntivitis), entonces habría que aplicar gotas oftalmológicas.
