En los refranes quedan plasmadas importantes enseñanzas que la sabiduría popular considera deben permanecer latentes en la mente de las personas. También nos sirven los refranes para mostrarles cuando su comportamiento o accionar es contradictorio con el papel que tienen en la sociedad.
El refrán que escogí como título de este artículo me sirve, como anillo al dedo, para llamarle la atención a los integrantes de la Cámara de Comercio, sobre cómo algunos hechos recientes nos muestran que sus actuales directivos parecen tener confundidas las prioridades de esta asociación de comerciantes. Estos hechos que describiré a continuación, muestran con claridad que quienes la dirigen, parecen estar más interesados en atender situaciones, que si bien deben preocuparnos a todos, son un tanto ajenas a lo que debe ser prioridad en su accionar y no debieran distraer su atención de las graves situaciones que hoy enfrentan algunos de sus miembros.
Hace algunos meses, cuando al megalómano de Chávez se le ocurrió utilizar subterfugios legales para revocar el permiso de transmisión de Radio Caracas Televisión, gobiernos, personalidades y agrupaciones en todo el mundo alzaron su voz de protesta ante este acto atentatorio contra la libertad de información, de expresión, y contra la libre empresa. Aquí, en Panamá, no fue la excepción: periodistas, medios de comunicación, gremios, miembros de diferentes partidos políticos y asociaciones como la Cámara de Comercio no dudaron en pronunciarse en contra de este flagrante atentado en contra de algunos de los principios básicos que sostienen las sociedades democráticas.
La semana pasada, a raíz de los graves hechos que terminaron lamentablemente con la vida de dos obreros miembros del Suntracs, la Cámara de Comercio, consciente o inconscientemente, toma para sí el discurso elaborado por quienes representan al Gobierno ante esta grave situación, indicando que lo ocurrido es producto del conflicto entre dos sindicatos, y la negativa de uno de ellos a aceptar la existencia de otros sindicatos; hasta usaron los mismos argumentos al decir que lo que estaba en juego era el respeto al principio de libertad sindical. No voy a desviarme del punto que motiva este artículo y por ello no voy a referirme a los hechos y argumentos que dejan sin sustento esta tesis gubernamental a la que se suma esta asociación de comerciantes; pero no puedo dejar de destacar el doble discurso de quienes hablan de defender la libertad sindical, al mismo tiempo que uno niega el derecho a la sindicalización de los trabajadores de la banca, de la Zona Libre de Colón y del sector gubernamental, etc., el otro, por conveniencia, guarda silencio cómplice ante ello.
La contradicción en lo que debiera ser prioridad en el accionar de la Cámara de Comercio y otras asociaciones empresariales, surge al observar el silencio que estas han guardado ante recientes violaciones al principio básico de la libre empresa, el respeto a la propiedad privada, el cual ha sido pisoteado con arbitrarias e ilegales expropiaciones y la toma abusiva de propiedades privadas en Panamá y en Colón, en donde incluso se han ignorado pronunciamientos de la Corte Suprema de Justicia. Igual silencio hay ante los casos que denuncian irregularidades en los actos públicos que afectan a honestos empresarios. Los afectados esperaban de las asociaciones llamadas a promover y defender la libre empresa, solidaridad y apoyo ante estos graves abusos, pero el silencio cómplice ha sido la respuesta hasta ahora.
Lamentablemente quienes dirigen los destinos de esta asociación de comerciantes, no parecen haber aprendido aún que cuando se guarda silencio ante los abusos que otro sufre, se está labrando el camino para que mañana, sus derechos sean igualmente pisoteados y peor aún sin tener después autoridad moral para reclamar. Aplaudo su preocupación por lo que ocurre en Venezuela, y aunque no comparto su visión del problema, aplaudo también su llamado a la cordura ante la gravedad de lo vivido aquí recientemente; pero los hechos me obligan a señalar con tristeza que hoy la Cámara de Comercio y otras asociaciones empresariales, son luz para la calle y oscuridad para la casa.
