El 18 de julio el mundo celebró el natalicio de un ser humano que con su vida ejemplar y con su sacrificio impactó la vida del pueblo sudafricano y de quienes creemos en la libertad, en los derechos humanos y en la democracia. Mandela es el mejor ejemplo de un líder auténtico, comprometido con una visión de nación, capaz de subordinar sus intereses personales a los de la colectividad que representó. Nelson Mandela fue el forjador de una visión que exigía transformar el paradigma social, político y cultural, al menor costo para su país, para evitar caer en un círculo de odio y venganza que degenerara en más años de violencia y los regresara a todas las aberraciones que se produjeron durante el apartheid.
Mandela fue consciente de que su misión era mucho más que gobernar; era liderar una transformación estructural, revolucionaria, y para ello tenía que involucrar a toda la sociedad, incluyendo a quienes lo adversaron, a quienes lo oprimieron. Y es aquí cuando se aplica una de las cualidades más importantes de un líder, y es la capacidad de emerger como una entidad catalizadora, capaz de incidir con una visión clara en aquellas fuerzas que integran la matriz clave de una sociedad; no solo a sus simpatizantes directos. El valor de un líder radica en la capacidad de compartir la visión con quienes lo han adversado y utilizar ambas fuerzas hacia la concreción de un sueño, en este caso de una nación para todos.
Mandela se vistió del color de su nación, actuó y se entregó a reconstruir y fortalecer las instituciones democráticas con la equidad y el equilibrio necesarios para erradicar la injusticia y superar la inequidad económica; de manera que el nuevo modelo representara una opción real para los ciudadanos de su país. Su gente fue su prioridad, porque sabía que no hay país sin su pueblo, ni modelo económico que sirva si no lo beneficia.
Mandela nos enseñó que el líder respeta la dignidad de quienes lo apoyan y de quienes lo adversan. El líder entiende que el perdón tiene un poder constructivo de proporciones inimaginables. El líder entiende que el presente genera el futuro y asume la responsabilidad de conducir las acciones más allá de sus intereses personales o de sus debilidades emocionales.
Mandela demostró una destreza estratégica increíble, y gracias a ello Sudáfrica logró salvar, de manera exitosa, su más grande prueba: la transición hacia una nueva nación.
El líder es un ser humano con fortalezas y debilidades como cualquiera; con la diferencia en que sabe manejar eficientemente su inteligencia emocional, practica con el ejemplo, es empático, entiende que no es poseedor de la verdad absoluta y que todos son poseedores de un pequeño fragmento de ella, incluyendo los adversarios. Mandela supo ejercer ese liderazgo; Sudáfrica y el mundo les estarán agradecidos siempre.
