Manotadas y usuarios

En un tiempo, los niños de Bocas del Toro nos divertíamos locamente con un juego que se llamaba last licking, nombre que –en parte por vicios de pronunciación, en parte por pereza– quedó transformado en un misterioso la lick. Consistía el juego en darle una manotada –preferentemente en el hombro– a alguien, decirle la lick y salir corriendo. El otro, si es que tenía una pizca de dignidad, tenía que perseguirlo para devolverle la manotada. Había muchachos que se pasaban horas intercambiando la licks, porque nadie quería ser el último en darlo. Claro está que aun en el mundo infantil nunca falta un híbrido de Mohamed Alí y de Jesse Owens, invencible, que además de arrearte con más rapidez y fuerza que los otros, corría como un gamo: no había forma de alcanzarlo. Era el campeón indiscutible, que inspiraba terror en los demás. Muchas veces lloré de humillación, de impotencia, por haberme quedado con el infamante la lick en el hombro.

Hasta que, más o menos al cumplir los 10 años de edad, llegué a la conclusión de que aquello era una tontería, que una manotada en el hombro es una manotada en el hombro, no un machetazo a mi honor. Así que, en adelante, cada vez que me daban mi la lick, me echaba a reír. Y el agresor, después del primer gesto de sorpresa, era el que perdía el honor, porque yo ni siquiera hacía ademán de devolverle el la lick; él se quedaba mirándome, tan desconcertado como si yo fuera el hipogrifo. Y me dejaron en paz. Nadie volvió a levantarme la mano.

Desgraciadamente, no todos maduran a los 10. El evangelista denuncia a los nenes de 100 años de edad. Conozco otros de apenas cincuenta y pico, que quieren seguir jugando indefinidamente, con la misma seriedad y entusiasmo que los niños de siete, al la lick. Y tienen que dar la última manotada, aunque estén muy lejos de ser Mohamed Alí o Jesse Owens. Y se indignan si uno se niega a seguir jugando con ellos.

La lick. O de cómo sitting bull se convirtió, en un abrir y cerrar de ojos, en the raging bull.

****Busca cualquier causa innoble, y encontrarás a nuestro gobierno apoyándola con la energía que nunca ha puesto en el manejo de la cosa pública. Por el último artículo de Betty Brannan Jaén me entero de que “Panamá formará parte del bloque que Japón encabeza en pro de la caza comercial de la ballena”. La posición de los japoneses no me causa extrañeza, porque ellos están resueltos a liquidar la fauna marina, aunque sus futuras generaciones se mueran de hambre. Tampoco me asombra el apoyo del Gobierno panameño. ANAM ha venido a significar “enemigo de la naturaleza”: le da su visto bueno a cualquier proyecto con tal de que derribe todos los árboles que obstruyen la vista de los ganaderos, o que contaminen irreparablemente el medio ambiente. Aunque en este caso particular, las razone$ deben de ser tan sórdidas como las que mueven a los japoneses.

Sólo uno de los corresponsales de Betty se mostró de acuerdo con esta imbecilidad suicida. Aunque, cuenta ella, aceptó que el voto panameño en la CBI fue “vendido” (mejor dicho, comprado). Y adujo razones que no pasan de ser pura demagogia (a menos, claro, que se haya equivocado de país, y los humildes pescadores a que se refiere sean esquimales, no darienitas ni azuereños). También puede ser que yo ya no conozca, o reconozca, a mi patria; pero es la primera noticia que tengo de que los pescadores artesanales de Azuero y Darién viven de la caza de la ballena (¿qué será lo que me meten los pescaderos con el nombre de corvina?). Pero aun cuando fuera cierto, los humildes pescadores artesanales están condenando al hambre a sus hijos y nietos.

Casi todas las especies de ballena están en peligro de desaparecer. Aparte de la sobrecaza, están las dificultades en el proceso de reproducción. Un especialista lo explicó así: las ballenas viajan tan lejos unas de otras, que sus medios de comunicación se pierden en el piélago. La hembra no acude al llamado amoroso del macho, sencillamente porque, debido a la distancia, no puede oírlo. Y no creo que haya nada más triste en el mundo que estos bramidos de amor inútiles, en que se consumen los novios solitarios. Bien lo advierte el viejo dicho: “Amor de lejos, amor de endejos”.

La explicación que le dio el canciller a Betty alcanza las más altas y enrarecidas cumbres del surrealismo. Dijo que le dimos el voto a Japón por ser “el segundo usuario en importancia del Canal”. Estados Unidos es el primero, y votamos contra él. Si tanto nos preocuparan los usuarios de la vía, tampoco ofenderíamos, cada vez que se presenta la ocasión, al tercero en importancia: China Popular. No nos importa ofender al primero y tercer usuarios, pero nos cuidamos mucho de no irritar al segundo. ¿De dónde habrán sacado a estos ministros enemigos de la lógica y hasta del humilde sentido común?

LAS MÁS LEÍDAS

  • Panamá frustra envío de mercancía de contrabando que salió de la Zona Libre hacia Colombia. Leer más
  • Tribunal Superior revoca sentencia: absuelve a exministra y condena a exfuncionarios del Miviot. Leer más
  • Pago PASE-U 2025: Ifarhu anuncia calendario para próximas entregas. Leer más
  • Gobierno contrata a multinacional estadounidense para diseñar el quinto puente sobre el Canal. Leer más
  • Trasladan a la directora del Cefere por el caso de La Parce. Leer más
  • Denuncia ante el Ministerio Público frena contrato millonario de piscinas que firmó la Alcaldía de Panamá. Leer más
  • Cuarto Puente sobre el Canal de Panamá: así será el Intercambiador del Este en Albrook. Leer más