Decenas de sondas soviéticas, estadounidenses, rusas y japonesas han permitido desde entonces recopilar una masa increíble de información sobre este planeta, que los griegos dedicaron a Marte, el dios de la guerra, pues su color rojo simbolizaba la sangre vertida en las batallas.
Este pequeño planeta con dos pequeños satélites, de radio poco mayor que la mitad del de la Tierra, es nuestro vecino más próximo desde el Sol y el último de los planetas rocosos antes del cinturón de asteroides y de los gigantes gaseosos como Júpiter y Saturno.
El lanzamiento ahora de tres naves espaciales hacia Marte no es ninguna coincidencia: Marte se halla en estos meses más cerca de la Tierra que en más de 2 mil años. Dentro de tres meses, en agosto, nuestro planeta y Marte estarán separados por "solo" 55.76 millones de kilómetros, y el planeta rojo será la estrella más brillante del firmamento, cosa que no volverá a verse hasta dentro de 284 años.
Pese a su tamaño, Marte acumula una serie de récords. El Monte Olimpo, con 26 kilómetros de altura, a orillas del altiplano de Tharsis, es el volcán más alto del sistema solar. Tharsis, a su vez, es una gigantesca colina de 10 kilómetros de altura y 400 kilómetros de ancho, sede de los volcanes Ascreus, Pavonis y Arisia, todos más altos que el Everest.
Un poco más al norte, el cañón del Valle Mariner, visible en el lado derecho de las fotos del planeta, es una gigantesca cicatriz de 4,000 kilómetros de largo que se prolonga por la quinta parte de la superficie marciana, de hasta 600 km de ancho y hasta 7 km de profundidad. En sus profundidades y su historia geológica alberga secretos que los científicos quisieran desentrañar, posiblemente vida orgánica como la de la Tierra, en cualquiera de sus formas.
La historia de Marte, formado junto con la Tierra hace 4.600 millones de años a partir de la nube de materia primigenia que giraba en torno al Sol, está marcada por acontecimientos violentos.
Mientras la vida comenzaba a incubarse lentamente en la Tierra, en Marte todo se detuvo hace 3 mil 800 millones de años. Por razones que hasta ahora nadie se explica, en las entrañas del planeta dejó de moverse o se enfrió el magma que en los primeros cientos de millones de años dio a Marte un campo magnético. Ese magnetismo que hoy ya no existe -quedó impreso en las rocas del hemisferio sur, donde las sondas de exploración descubrieron hace tres años sus últimos indicios.
Hasta ese momento, el hemisferio norte marciano estaba quizás cubierto por un océano enorme, mientras la parte sur, descubierta, fría y seca, con sus enormes alturas, quedaba a merced de miles de impactos de meteoritos aún visibles.
Hoy Marte es un cuerpo frío, árido, arrasado por vientos que erosionan las rocas, forman dunas especialmente en el hemisferio sur y provocan gigantescas tormentas de arena.
Pero en sus montañas y sus planicies hay aún los testimonios de lo que fueron gigantescos canales y ríos que rugieron hace entre 3 mil 500 y mil millones de años, alimentados por lluvias torrenciales, fuentes subterráneas y el hielo que cubría las alturas.
