Si en la búsqueda de un cachorro que sea 100% amigable, buen compañero y bonachón, se encuentra con un labrador, no lo dude: además de ser muy activo, inteligente y entusiasta, esta raza de perros busca, por encima de todo, complacer a su dueño.
El origen de los labradores se desconoce a ciencia cierta, pero se cree que sus antepasados fueron perros criados por los pescadores de la costa este de Canadá, que, dada su versatilidad y resistencia, eran utilizados para recoger las redes de pesca.
Los primeros en determinar que estos perros fortachones eran hábiles para encontrar cosas fueron los ingleses, quienes tuvieron la iniciativa de cruzarlos con otros perros de caza como los pointers, setters y spaniels. De aquí nacieron las razas de retriever, de las cuales las más extendidas son el labrador y el golden retriever.
De esta manera, el labrador pasó a ser sujeto de cuidadosa selección y cría hasta definirse como raza. De cuerpo robusto y temperamento afable, es muy paciente incluso con los niños.
El labrador es utilizado como guía para invidentes y como asistente de personas con minusvalías; en terapias psicológicas para niños, ancianos, presidiarios y enfermos; como perro de rastreo de drogas, explosivos y rescate en catástrofes.

