En cuanto al mensaje de Jesús que aparece en los Evangelios y que se explicita en otros textos del Nuevo Testamento, es algo de una riqueza tan extraordinaria que ha inspirado incluso a personas no cristianas y no creyentes: amor, solidaridad, honestidad, justicia, paz. Sin embargo, solo un mensaje, sin tener a alguien detrás que lo sustente con la propia vida y, aún más, con la propia muerte, puede quedarse en meras palabras. Ahora que estamos en vísperas de elecciones ¿no estamos escuchando cientos de mensajes positivos pero que, por lo menos en muchísimos casos, no generan ni un mínimo de credibilidad? ¿Por qué? Por la experiencia que tenemos de lo que han sido o son en buena parte los mensajeros.
Cuando uno lee, aunque sea muy parcialmente, los cuatro tomos de Alban Butler sobre las vidas de los santos, se queda admirado de la heroicidad de tantas personas en sacrificarse por amor al prójimo y que lo hicieron por seguir a Jesús y su mensaje. Había en estos santos y santas algo tan profundo que los impulsó a actuar como lo hicieron. Tal vez haya pasajes que son más leyenda que historia, pero esto no invalida el conjunto de sus vidas ejemplares. Y si dudamos de los textos históricos antiguos y creemos más en novelas, detengámonos en vidas recientes como las de Teresa de Calcuta, Martin Luther King, monseñor Romero, Héctor Gallego y miles de mártires para quienes la fe en el Mensajero estuvo plenamente unida a la fe en su mensaje.
Las discusiones teóricas son interesantes y necesarias. Pero más importante es la generación de vida en las personas. Y tanto nuestro Mensajero como su mensaje lo han hecho por más de 2 mil años y lo siguen haciendo en la actualidad.
En estos días leía que en Holanda la fe va decreciendo mucho mientras que en América no ocurre lo mismo. Habría que estudiar bien el fenómeno y sus posibles causas, pero no descartamos en este caso la posibilidad de que se cumplan, al menos en gran parte, las palabras de Jesús "Yo te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y prudentes, y las revelaste a la gente sencilla. Sí, Padre, así te pareció bien" (Mt 11, 25).
En esta Semana Santa tratemos de entrar en contacto, de corazón a corazón, con nuestro Mensajero y meditemos con profundidad en su mensaje.
