El mundo envejece. Según información suministrada por organismos internacionales, para 2050 existirá el doble de ancianos en el mundo. Los baby boomers, o aquellas personas nacidas entre los años 50 y 60, quienes han impulsado la revolución tecnológica, el Internet, y el auge de la economía de los países más desarrollados, son quienes dictan el orden mundial. Estos datos estadísticos toman especial relevancia en Panamá por el delicado tema de la Caja de Seguro Social. De momento un tema crucial, pero no el único.
El fenómeno no es exclusivo de Panamá, es una situación global. En su mayoría profesionales de edad media avanzada, muchos de ellos retirados de la vida productiva, empiezan ahora a disfrutar de sus jugosas pensiones, fruto de años de trabajo. Esta casta especial de seres humanos, con un poder adquisitivo superior al de sus predecesores, ha introducido al mundo su especial moda.
En los últimos años los baby boomers han empezado a emigrar en grandes olas. Los países desarrollados ven alarmados cómo estas personas de edades avanzadas buscan ciertos "paraísos" donde retirarse. Las favoritas son aquellas jurisdicciones donde el costo de vida es menor, el valor del dinero fruto de una vida de trabajo es mayor, con un clima más agradable, y posibilidades factibles de comprar un pedazo de este "paraíso".
En las próximas décadas, los países que posean las estructuras legales y las condiciones adecuadas para enfrentar el fenómeno obtendrán los mejores resultados. Países como Costa Rica han sacado provecho por mucho tiempo a esta especial situación demográfico-social. Allí se han creado grandes incentivos para captar a los pensionados de países más desarrollados. Panamá lleva cierto tiempo dando atención al fenómeno. Tradicionalmente un país de servicio, confiado en su sistema bancario, su valioso Canal y su alto desarrollo tecnológico, no le dimos importancia al turista pensionado. Hoy la situación es diferente. El país adecua su legislación para que los hombres y mujeres de edad media avanzada, jubilados y pensionados, gocen de increíbles beneficios fiscales. El país invierte actualmente 9 millones en publicidad para dar a conocer su atractivo turístico.
Uno de los principales problemas que enfrenta la nación es su obsoleta legislación migratoria. Dicha legislación data de 1960. Es cierto que debemos proteger al trabajador nacional. So pretexto de esta protección no podemos justificar el mal manejo de nuestro sistema migratorio.
Comenzando con la dictadura militar y pasando por las tres últimas administraciones de gobierno, el factor común ha sido siempre muy similar. La institución se constituye en uno de los botines políticos más codiciados por el carácter lucrativo de su naturaleza. Para aquellos abogados que hemos tramitado en Migración, y estoy seguro que la gran mayoría de mis colegas estarán de acuerdo, sólo existe una definición: ¡desastre! Con personal poco idóneo, con una burocracia despampanante y la excesiva "discreción del funcionario", la institución se constituye en una total incertidumbre donde las reglas del juego cambian todos los días.
Algunos vimos con cierta luz de esperanza la designación de Ramón Lima como su nuevo director. Con una hoja de vida relativamente buena, todo parecía indicar que existía un compromiso serio de rescatar tan desprestigiada institución. Lamentablemente, la realidad de los hechos demuestra que esto no resultó ser del todo cierto. Incluso actualmente se discute una iniciativa legislativa en donde se pretende aumentar más este poder discrecional del funcionario, y restarle valor a los preceptos legales. La experiencia nos demuestra que discreción es sinónimo de corrupción. ¡Caramba! ¡Cuándo entenderá la clase política que Migración es la puerta de entrada a muchas situaciones trascendentales para la vida del país! Es preciso que a esta entidad se le dé la importancia que merece.
En muchas ocasiones he tenido que atestiguar situaciones en donde extranjeros tramitando sus documentos migratorios, simplemente revientan, luego de haber invertido considerables recursos en documentos y requisitos, para luego verse frustrados por las trabas que presenta un sistema desordenado en donde la discrecionalidad está institucionalizada.
Para superarnos del letargo jurídico de los últimos años, este es un buen lugar donde empezar.
