Desde hace muchos años, la actividad migratoria ha sido vista con desconfianza por la opinión pública y calificada como un botín para el funcionario designado.
A poco más de un mes de haber asumido el cargo, la nueva directora de Migración y Naturalización, Ilka Varela de Barés, asegura que desea renovarlo todo. Acabar con el desgreño administrativo y la corrupción que pueda existir.
Varela de Barés ha rechazado las críticas enfiladas en su contra por su nexo conyugal con el director de la Policía Nacional, Carlos Barés, y su recién ganado puesto en el Directorio Nacional del Partido Arnulfista. A ello ha opuesto los 29 años de servicios eficientes y transparentes en el Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos.
Por ello insistió en que quiere transparencia y responsabilidad, y advierte que no tendrá compasión con los coimeros. Si bien no llegó para destituir a nadie, señala que el trabajo será arduo hasta ponerse al día y quien no se adapte al trabajo, lamentablemente se autoeliminará.
Una de las lacras con las que ha prometido acabar son las coimas que se institucionalizaron. También desea acabar con los tinterillos (ayudantes de abogados) que esquilman a los inmigrantes urgidos de realizar un procedimiento. Estos, dijo, cobran por adelantado y luego no les cumplen; otras veces confeccionan documentos falsos.
Para controlar ello, apuntó, adiestrará personal que revise los detalles de cada persona que entra y que sale del país, y constate la veracidad de la documentación aportada (cartas de trabajo, fichas de seguro social, declaraciones de renta y otras).
En lo operativo, reveló que Migración siempre estuvo llena de extranjeros preocupados por sus trámites o molestos por la tardanza con que se expedían. Durante la anterior administración sólo se tramitaban entre 20 y 24 resoluciones de visas diarias.
Ahora, dijo, se procesan entre 70 y 75 y la meta ideal, proyectada para febrero, es de 100 resoluciones diarias mínimas.
Sin embargo, este no es único problema. El territorio nacional tiene mil y un entradas y salidas que requieren de puestos migratorios, pero actualmente el personal no se da abasto. Un ejemplo de ello es que en la Marina del Hotel Miramar no se cuenta con un puesto; mucho menos en Amador y otros lugares que son entradas fáciles para cualquier indocumentado.
