MADRID, España. -Montserrat Caballé apenas había nacido cuando ofreció lo que quizás fue la primera evidencia de unas facultades que la convertirían en una cantante de talla mundial. Vino al mundo con el cordón umbilical fuertemente enrollado al cuello, y el médico que atendió el parto tuvo que improvisar una operación para salvar a la criatura. Finalmente, consiguió que respirara: con gran éxito, pues la niña emitió un agudo chillido.
"El doctor afirmó que aquello denotaba una excepcional capacidad pulmonar indicativa de una futura soprano", recuerdan los autores de , la biografía autorizada sobre la gran artista catalana, que hoy 12 de abril celebra su 70 cumpleaños.
María de Montserrat Viviana Concepción Caballé i Folch, así su nombre completo, nació en 1933 en la calle de Igualada de un barrio de Barcelona, en el seno de una acomodada familia oriunda de Valencia. Su abuelo materno, Arturo Folch, había incluso servido al Rey, y su padre, Carlos, era un próspero industrial.
Como a otras familias, sin embargo, la Guerra Civil (1936-1939) trajo la desgracia a los Caballé, que perdieron su fábrica y su posición social. Hambre y escasez dominarían los siguientes años. Montserrat se vio obligada a trabajar como costurera en una fábrica de pañuelos, y su madre, Ana, remendaba medias en una mercería.
Pero los tiempos mejoraron y con la ayuda de una conocida familia de Barcelona, los Bertrand, y una beca, Montserrat pudo seguir cultivando su talento a partir de los nueve años en el Conservatorio de la Opera de Barcelona, el Liceu. Le seguirían estudios en el Conservatorio Superior de Música de la Ciudad Condal.
Su debut lo ofreció en 1957 en la ciudad suiza de Basilea. La soprano que debía interpretar el papel de "Mimí" en la ópera La Boheme enfermó y "la Montse" la sustituyó. Gracias a sus compromisos en la ciudad germana de Breme a partir de 1959, la cantante catalana habla un casi perfecto alemán. Luego vendría su primera gran gira, en la que en 1962/63 recorrió por un año los escenarios de México.
Pero su gran oportunidad se presentó en 1965, también por coincidencia: nada menos en el Carnegie Hall de Nueva York, la Caballé fue llamada a tomar el lugar de Marilyn Horne en Lucrecia Borgia . Salió al escenario y triunfó. El éxito fue tal, que la también neoyorquina Metropolitan Opera le ofreció un contrato de 10 años. Una nueva estrella había nacido en el mundo del bel canto .
A partir de allí, los mejores teatros del mundo fueron abriendo sus puertas para la Caballé: Lausana, Lisboa, Marsella, Viena, Barcelona, México, Puerto Rico, Buenos Aires, el San Carlo de Nápoles y, por fin, la catedral de la Opera, la Scala de Milán.
Su primer capricho de diva se lo permitió, sin embargo, luego de varios conciertos en Caracas en 1968, donde se presentó junto con su marido, el tenor Bernabé Martí. Con los honorarios de ambos, adquirieron una reluciente limusina, un Mercedes de color plateado.
Hoy por hoy, Montserrat Caballé lleva casi 50 años en los escenarios del mundo. En todos ha triunfado. Con unas 4 mil representaciones operísticas, un repertorio de más de 90 óperas, 30 oratorios y 600 canciones es, sin duda, una leyenda en vida de la música lírica. Algunos críticos la consideran la legítima sucesora de la gran María Callas.
El fuerte de la Caballé, aparte de su gran naturalidad, es su polifacético repertorio y un perfecto dominio técnico y dramático de su voz, fruto de una enorme disciplina. En su carrera ha contribuido a revivir muchas obras de Bellini, Rossini, Donizetti y Verdi. Hace más de dos décadas descubrió, además, al gran tenor José Carreras.

