El instinto es una conducta innata, espontánea, irreflexiva y no aprendida presente en el reino animal, del que también forma parte el hombre. La conciencia, en cambio, “Es el conocimiento de bien y del mal”, como definió el filósofo Immanuel Kant. Pero, ¿cuál es el origen de ese conocimiento? Solo hay dos fuentes: el espontáneo o instintivo y el adquirido a través de la reflexión (John Dewey).
Entendemos lo moral como beneficioso al hombre y la sociedad, directa o indirectamente. Lo inverso es lo relativo a lo inmoral. El hombre sabe, de forma espontánea, lo que es beneficioso y, también, lo que es perjudicial. Y, como lo que es espontáneo es instintivo, el conocimiento de lo moral e inmoral es instintivo. Esto lo refleja Kant en una definición adicional de la conciencia, cuando señala “es un instinto que nos lleva a juzgarnos a la luz de las leyes morales”.
Pero cuando se trata de elaborar las normas morales (ética) hay que actuar con reflexión, ajustándose al principio de “pensar como se debe pensar” y eso va en función de los “principios ideales de la conducta”.
Entonces, ¿por qué, si la moral es instintiva hay en el mundo tanta inmoralidad? La moral es instintiva, pero también lo es lo inmoral. Estas dos tendencias están presentes a la vez en el hombre, y la segunda tiende a prevalecer, debido a que la necesidad de satisfacer los deseos materiales es más fuerte que la de satisfacer los deseos espirituales. Esto es una norma en la conducta humana, lo contrario es la excepción.
Arthur Schopenhauer dijo: “El hombre no hace lo que la razón le dice, sino que hace lo que el deseo le impone”. Podemos transformar este pensamiento en el hombre no hace lo que la razón y el instinto moral le dicen, sino que hace lo que el deseo y el instinto inmoral le imponen.
Finalmente, la espontaneidad hacia lo moral se representa en máximas como “lo que yo quiero para mis hijos lo quiero para mi pueblo”, “no desear la mujer del prójimo”, “no hagas lo que no desees que te hagan a ti y los tuyos”, “comparte con tu hermano el pan, la alegría y la tristeza”.
