Muchos niños no tienen tanta suerte como el chico del ejemplo anterior. Cuando la mayoría de los padres tiene conocimiento de que su hijo está teniendo problemas escolares, rara vez consideran que estos pueden ser ocasionados por ser extremadamente inteligente. Todo lo contrario: una vez se descartan factores externos, lo que usualmente piensan los padres es que el niño (a) sufre de hiperactividad, déficit atencional u otra limitante del aprendizaje.
Si se diagnostica que los problemas en el colegio tienen una causa inherente al niño, es clave determinar si tiene un problema de aprendizaje. Si esta no es la situación, busque otras posibilidades que estén produciendo problemas; entre ellas, si el niño o niña es extremadamente inteligente y la escuela no se adapta a sus necesidades.
Pero, ¿cómo definir la inteligencia? En el pasado, se determinaba a través de pruebas de cociente intelectual. Sin embargo, la aceptación de la teoría de las inteligencias múltiples, de Howard Gardner, ha cambiado la definición previa de inteligencia a una mucho más amplia. Más que de cociente intelectual, hablamos de talentos en áreas específicas, incluyendo las poco tradicionales como la musical, la interpersonal, la intrapersonal, la espacial y la corporal.
La virtud de la teoría de los talentos múltiples estriba en que elimina el concepto de que los únicos niños considerados como inteligentes son aquellos con habilidades matemático-lingüísticas. Por otro lado, la aplicación de la teoría hace más difícil determinar cuándo un niño posee una inteligencia verdaderamente superior. No estamos hablando de aquellos niños superdotados o genios, que son pocos; más bien, de aquellos chicos y chicas que muestran talentos en una variedad de áreas superiores a la media normal.
Tomemos en cuenta que no existe el prototipo de un niño con inteligencia superior. Más bien, hay un número plural de indicadores que nos ayudan a determinar cuándo un niño posee talento o inteligencia superior a la de los demás niños. Entre esos indicadores están:
Expresan curiosidad sobre muchas cosas. Hacen preguntas pensadas, profundas. Poseen vocabularios extensos. Se expresan muy bien. Solucionan problemas de manera poco tradicional. Poseen una buena memoria. Exhiben talento artístico, musical y/o en las artes dramáticas. Poseen una imaginación muy original y creativa. Aplican conocimientos previos en situaciones nuevas. Tienen gran habilidad para ordenar en secuencia lógica. Aprenden rápido. Gustan de trabajar independientemente y tomar iniciativas. Exhiben un gran sentido del humor. Poseen un nivel de atención elevado. No le tienen aprensión a los trabajos complicados. Son muy observadores. Les interesa la lectura. Muestran talento para crear historias y también para expresarlas. Poseen habilidades de liderazgo. Hacen la transición del pensamiento concreto al abstracto mucho más rápido que sus compañeros.
En resumidas cuentas, un niño con inteligencia superior puede hacer cosas más temprano, más rápido, mejor y de manera diferente que la mayoría de los demás, de acuerdo con Gina Riggs, especialista en niños con inteligencia superior. Su índice de adquisición y retención de nuevos conocimientos en diversas áreas es mucho más amplio que el del niño típico.
Los niños de gran inteligencia producen para sus padres y maestros desafíos especiales que hay que afrontar para ayudarlos a hacer uso apropiado de sus facultades excepcionales. En las próximas dos semanas, Edutips estará presentando algunas de estas situaciones y cómo manejarlas eficientemente.