La labor de zapa y menoscabo de la nación en ciernes fue emprendida con entusiasmo por los generalotes sin proyecto patrio que sucedieron a Omar. Y la bandera de corso fue recogida, besada y usufructuada hasta el hartazgo por muchos de quienes fueron elegidos por ti, por tu propio voto ¡Oh, patria tan pequeña! y luego ratificados con dudosa gloria en una base militar extranjera.
Con decentes excepciones que confirman la regla, de allí a esta parte todo parece haber sido y ser guaro y campana, Hola, Vanidades, Venevisión, Entertainment, rapeo, sex, drugs, salsa sensual & rockn roll
Por eso no me extraña en absoluto aunque me duela en el alma la tónica dominante en los mensajes centenarios con que nos atiborran en estos días los medios de comunicación.
En el país que se percibe en pantalla, pareciera que todos anduviéramos sonrientes, tomados de las manos y cantando canciones tontas en el Anita Villalaz. En el país de los discursos oficiales el de Alicia y un par de conejos de la suerte da la sensación de que los tigres asiáticos son chichae piña al lado de nuestro modelo de desarrollo. Pero en la calle concreta y en nuestro concreto lodo agrario, una sociedad concreta vuelve a ahogarse en la desigualdad, la injusticia, la desesperación y el olvido.
Por eso tampoco me extraña, Rubén, que en las carpas del circo oficial del centenario hoy no quieran a la patria que junto a ti estrofas más, estrofas menos cantamos tantos panameños.
