Para muchos Opus Dei no significa nada. No obstante, esta institución ha demostrado ser un factor de influencia y poder en la iglesia (Romana) y en los gobiernos. En Panamá existe, y se presume que altos funcionarios gubernamentales y empresarios son miembros, por lo que tiene algo de sentido escudriñarla.
El Opus Dei u “Obra de Dios” fue creada en 1928, en España, por el cura José María Escrivá (beatificado y canonizado en tiempo récord). Creció bajo la sombra del franquismo. Durante la guerra, tanto el franquismo como el Opus Dei, fervientes anticomunistas, fueron condescendientes con los nazis ante las atrocidades cometidas.
Terminada la guerra, el Opus y el franquismo desarrollan una simbiosis en que el Opus le proporcionó al franquismo el material intelectual y humano necesario para sostener la dictadura posguerra. Se dice que la muerte del almirante opudeista Luis Carrero Blanco, a manos de la banda terrorista ETA, aceleró la instalación de la democracia española, al frustrarse la Operación Ogro, apoyada por el Opus para mantener la dictadura. Aunque lo niegan, los detractores del Opus también le endilgan el apoyo a varios dictadores latinoamericanos.
El objetivo de esta institución es “santificar el trabajo”. Tiene cuatro tipos de miembros: Numerarios (clérigos o laicos solteros con votos de pobreza, castidad, obediencia y vida comunitaria); asociados (con iguales compromiso, menos la vida comunitaria); supernumerarios (laicos que aportan financieramente) y cooperadores (simpatizantes, cristianos o no). Se caracteriza por su secretismo. El artículo 191 de sus estatutos de 1950 rezaba: “Los miembros numerarios y supernumerarios sepan bien que deberán observar siempre un prudente silencio sobre los nombres de los otros asociados y que ellos mismos no deberán revelar nunca a nadie que ellos mismos pertenecen al Opus”. Este texto fue reformado en 1982, ahora se prohíbe a los miembros que participen en procesiones o actividades en que se les pueda identificar como tales. Por tal razón, le llaman la nueva masonería blanca, pero, las logias masónicas tienen sitio web, se identifican abiertamente y aparecen en los directorios telefónicos, no así el Opus.
Mediante sociedades y fundaciones fachadas, el Opus administra millones de dólares; algunas salpicadas en escándalos financieros, por lo que también recibe el mote de “Santa Mafia”.
Aunque el Opus se define como laico (98%), son los sacerdotes los que lo controlan. Comenzó como una unión piadosa laica, en 1947, como instituto secular y, luego, en prelatura personal, grado que le confiere derechos como si fuese una diócesis extraterritorial, cuyo representante solo obedece al Papa. En lo teológico, se le puede catalogar como un movimiento integrista, conservador y regresivo. La modernización de la Iglesia fue calificada por Escrivá como un proceso de descomposición que deben salvar.
El Opus se ha introducido en la estructura eclesiástica reclutando sacerdotes, obispos y cardenales en extremo conservadores. Se infiltra en las élites sociales y políticas asegurándose poder político y económico. Bajo la influencia del Opus, un gobierno sería refractario a la educación sexual, al reconocimiento de derechos gais, a medidas regulatorias del aborto, de la natalidad, etc. El papa Francisco tiene y tendrá que enfrentarse a las fuerzas ultraconservadoras como el Opus.
En lo político, la separación entre Estado e iglesia es fundamental. Los gobernantes, independientemente de su inclinación religiosa, deben atender las necesidades del pueblo y responsabilidades del cargo para resolver los problemas terrenales sin influencias clericales.
Al César lo que del César, a Dios lo que es de Dios.
