Recuerdo con gran aprecio a mi profesora de español en los inicios de mi escuela secundaria, quien descubrió y estimuló mi pasión por los libros y por la escritura. Me hizo leer mucho y me enseñó hermosas poesías, especialmente de escritores panameños, las que luego yo declamaba en los eventos culturales haciendo gala de mis dotes artísticos.
Una que viene con frecuencia a mi memoria es aquella de Demetrio Herrera Sevillano, "Paisano mío panameño", en la que se dice que el panameño siempre responde sí a todo lo que le pidan, aunque vaya en contra de sus deseos o sus principios. Comenzaba así:
Paisano mío, panameño, tú siempre respondes: sí. Pero no para luchar, que no para protestar. Cuando te ultrajan a ti paisano mío, panameño, tú siempre respondes: sí.
Y la recuerdo porque veo que el tiempo ha cambiado y los panameños también, y con esos cambios ahora se ha ido al extremo: el panameño a todo le dice no.
Que si construirán una nueva calle: No, porque dañará el ambiente.
Que si abrirán un paso para acortar el camino a un centro comercial: no, porque habrá mucho ruido.
Que si construirán edificios modernos y bonitos: no, porque los antiguos, destartalados y cayéndose a pedazos son nuestra herencia cultural.
Que si nombraron a alguien en una posición: no, porque era del otro gobierno, o es primo del que fue o amigo del que sería.
Que si compondrán la bahía: no, porque las aves no podrán posarse en las orillas y los peces morirán.
Que si construirán un bonito y atractivo teleférico en la cima del Cerro Ancón: no, porque así sucio y descuidado como está, cuna de maleantes y drogadictos, es nuestro patrimonio histórico.
Que si privatizarán un servicio: no, porque el funcionario a cargo se llenará de plata. Que si no privatizan, "pero si el gobierno nunca ha sido buen administrador".
Que si traerán buses de la China, ¡son malos!, de la India, ¡peores!, de Birmania, ¡muy feos! Chilenos, ¡muy caros!
Que no traigan nada, ¡claro, a nadie le importa!
Es un eterno quejarse por los problemas para luchar luego en contra de sus posibles soluciones. No hay una que les satisfaga ni otra que los acomode; unas tienen un trasfondo negativo y las otras ¡pero si son extranjeros, ladrones y mafiosos!
Todo funcionario es muy malo e inepto hasta que lo cambien o despidan; entonces salen todos a decir que son cambios cosméticos que no servirán de nada, pero si no lo cambian, dirán que todo seguirá igual mientras no reemplacen al susodicho.
Somos el espíritu de la contradicción; queremos lo que no tenemos y tenemos lo que no queremos, pero hay que decir que no y salir a las calles a pelear y gritar para defenderlo, "hasta las últimas consecuencias".
Sí, porque no, y no, porque sí.
¡Que viva el no!