Siempre resulta útil tener a mano lápiz y papel. Cuando se me ocurre algo que no deseo olvidar, o veo u oigo algo interesante lo anoto en el acto. Por ejemplo, cuando vi a la anciana limosnera del sombrero y la cartera terciada escribí: viejita-cartera. Aunque cuido con devoción mis neuronas, ocasionalmente alguna anotación me deja en Babia porque de momento no recuerdo para qué o por qué la escribí; para mi tranquilidad, porque me inquieta cualquier indicio de Alzheimer, siempre salen de su distracción y responden bien. En estos momentos tengo frente a mí las palabras: petrificus totallus, afuciado, espinillas, Montesquieu, seriedad, nombres mágicos, Macchi, escupir, rollos y algunas otras. Para escribir este artículo que aparecerá el lunes de Carnaval, creo que bastan.
Cuando encontré petrificus totallus en Harry Potter brinqué de alegría; estaba segura de que tal vez la magia del niño mago me iba a servir para algo y así fue; he descubierto que el nuevo magistrado, Spadafora, está en estado petrificus totallus, como si se hubiera ido a vivir a La tierra del olvido, el sabroso vallenato que canta el guapote de Carlos Vives. Contrariando mis pronósticos de 10 años de silencio, con el magistrado Cigarruista la magia no funcionó; para alegrar a sus coterráneos se dio su vueltecita por su querido pueblo natal para refrescar laureles legislativos. Por si las moscas, como dicen. Era inevitable que afú (no Afú) estuviera en mi lista. Quería ver si en el Diccionario de la Lengua Española aparecía alguna palabra que empezara con afu. Pues sí, y entre todas, porque hay varias, me gustaron afuciado que significa obligado por pacto o ajuste al cumplimiento de alguna cosa; y afufar: acción de huir, desaparecer. No hay nada más maravilloso que el lenguaje que para todo tiene la palabra precisa; y el hecho de que Afú se llame así y que el diccionario dice lo que dice es pura coincidencia. La palabra escupir es para recordar que tengo que averiguar a qué se debe tan desagradable hábito en muchos panameños, que no he observado tan marcado en ninguno de los países que he visitado; para colmos, escupir se ha convertido en un verdadero pasatiempo al que los escupidores le han ido agregando especialidades que no voy a detallar aquí para no estropearles el día. El otro hábito feo de los panameños, del cual no hablaré por ahora, lo tengo guardado para dedicarle un artículo entero si es que algún día reúno valor para hacerlo.
El caso de la ancianita de la cartera terciada y sombrero, que podría servir para un artículo completo lo tenía pendiente desde hace mucho; esta señora tiene, si la memoria no me falla, como 15 años de estar en los puntos más estratégicos de la ciudad pidiendo limosna. Hace como ocho años me acerqué a ella para ofrecerle trabajo ¿y saben qué pasó? ¡Que me dio un carterazo! Lo simpático de la señora es que parece tener una interminable colección de carteras y sombreros, supongo que regalados; no sé qué edad tiene pero les garantizo que tiene mejor salud que usted y que yo y, por favor, no se le ocurra la buena intención de sacarla de la calle pues ése es el trabajo que prefiere, sin horario ni patrones. Independiente la doñita.
Entre las citas célebres de Montesquieu, pensando en nosotros escogí esta: Feliz el pueblo cuya historia se lee con aburrimiento. Los zaperocos que nos venimos gastando desde que nacimos como república y los de estos días, que sobrepasan hasta los más febriles pensamientos que jamás haya tenido ¿significan que Panamá no es pueblo feliz? ¿Qué diría Montesquieu sobre el Panamá de hoy? No quiero ni pensarlo. Sobre la seriedad, otra de las palabras que anoté para los que siempre tienen la cara amarrada, dijo el filósofo y escritor español Fernando Savater que Hay quienes confunden la seriedad con la inteligencia (no estoy segura si es al revés). Espinilla la escribí un atardecer de domingo sentada frente al mar en el parque Anayansi; los niños corrían, los padres conversaban, los abuelitos compraban paletas a los nietos y además del besuqueo de rigor de los enamorados, estaba la pareja que no podía faltar: el novio que entre beso y beso mansamente dejaba que la novia le sacara las espinillas, ¡insuperable prueba de amor! Nunca falta una así. Si algún día quieren hacer algo fuera de lo rutinario les recomiendo este paseo. Lo van a disfrutar; es una estampa simpática de la ciudad.
Como ya me queda poco espacio para terminar este artículo les explico lo que sucede en el gobierno de González Macchi, en Paraguay. Su ministro de Justicia y Trabajo renuncia en medio de un escándalo por torturas a un oposicionista; el movimiento ciudadano Encuentro Nacional pide la renuncia de todo el gabinete; mientras tanto, el Ejecutivo trata de alejar de sus predios el escándalo, acusando de conspiración política a la oposición. ¿Será que el Ejecutivo funciona igual en todas partes? Se me acabaron las notas. Disfruten el Carnaval y prepárense para lo que viene. Vamos a necesitar mucha entereza de ánimo.
La autora es comunicadora social