Cuenta la historia que fue la primera mujer creada por los dioses en el cielo, a la que se le dio una serie de atributos especiales; que fue enviada ante los mortales como castigo por Zeus y que, producto de su curiosidad por abrir un cofre o ánfora que tenía Epimeteo, logró que de esa caja escaparan una multitud de males y plagas para atormentar a los hombres: la envidia, la ira, la venganza, etc.
Se habla, tras los últimos acontecimientos políticos, de que se puede abrir aquella caja nuevamente, con la diferencia de que sería una especie de implosión entre las personas involucradas. Algunos apuestan a que se sepa todo para, de una vez por todas, saber qué es lo que pasa. Otros dicen que es mejor no abrir esa caja, por la tranquilidad del país. La decisión final la tendrán los políticos, que son los que deben evaluar las consecuencias de sus actos.
Lo que hizo Pandora, muchos lo han hecho, para hacer daño o bien, para tratar de actuar en un mea culpa o, bien, en un momento de honestidad. Así lo hizo Díaz Herrera con sus declaraciones contra Noriega, lo que devino en un gran movimiento; así recordamos a un legislador, blandiendo unos billetes que recibió y por lo que ni él ha respondido; ahora se espera una actitud similar del Partido Panameñista o de algunos de sus miembros.
Son cajas abiertas por diferentes Pandoras, todas han provocado algún tipo de movimiento, para bien o para mal. Lo cierto es que son años diferentes y circunstancias diametralmente opuestas; uno en dictadura, otro justificando más bien su salto a otra tolda; en fin, pusieron al país a pensar y razonar. Hoy, cuando la democracia aún lucha para que la dejen crecer, se debe imponer una cultura de respeto a la institucionalidad, con las reglas del juego claras y que exista más consenso que disenso, palabritas de moda en la concertación nacional. Un gobierno no puede terminar por el rompimiento de una alianza; debe seguir, con aciertos o desaciertos, tiene el deber de culminar su período. Que la decisión del rompimiento haya sido la mejor o no, que hayan calculado las ganancias versus los perjuicios, ya no hay tiempo para eso. Se impone, de ahora en adelante, razonar todo lo que se va a hacer, la imposición o el chantaje de ninguno de los bandos beneficia al país.
Pandoras siempre existirán. Mientras la corrupción sea parte de nuestro menú diario, no habrá noche que pueda taparla. Por eso debemos apelar a la sensatez y pasar la página. Cada quien debe jugar su rol, unos gobernando para todos y otros haciendo una oposición constructiva, pues, después de 2014, el país seguirá existiendo y los actores de hoy serán sustituidos por nuevos actores. Es simple sentido común.
