CRISIS POLÍTICA

Partido CD, o cambiamos o morimos: Efraín Hallax

Supongo que el mundo idealista en el que he vivido en materia política está llegando a su fin.

Fue sencillo cuando el Partido Revolucionario Democrático era el villano y los activistas del Partido Arnulfista los héroes. Pero cuando la cúpula arnulfista, con el apoyo de algunos advenedizos, se dedicó a saquear a Panamá, no me fue difícil ingresar a Cambio Democrático (CD), habida cuenta del atractivo discurso del líder máximo y su plan de gobierno.

La ilusión de un cambio democrático aún estimula a mis neuronas a soñar que sí es posible suspirar por otra patria muy diferente a la que vivimos hoy día.

Luchar contra la dictadura criminal de los militares fue una obligación para muchos panameños. Buscar el lado correcto es lo que siempre me ha gustado; un poco retro, pero igual combina con el color de mis ojos y me hacen pertenecer, por voluntariado, a esa cofradía de ilusos, donde el único requisito es luchar por algo superior a nuestra mediocridad. Luchar por algo superior a nosotros mismos.

En aquellos aciagos días, ingresé al mundo heroico de aquellos que suspiran por una causa superior a uno mismo; la religión disfrazada del que le importan otras cosas, otras pieles: aparte de la de mi mujer y mi billetera. El suspirar por el honor cuando este concepto en Panamá duerme desvestido y asustado en el fondo del mar.

No sé si algún diputado de Cambio Democrático (tránsfugas incluidos) está consciente de la desastrosa actuación que han tenido durante este período. Lógicamente, no me refiero a conductas personales, ni a las chabacanerías que han caracterizado la gestión de muchos diputados de Cambio Democrático y allegados. Todo indica que la Asamblea Nacional carece del liderazgo que debía tener si es que este órgano del Estado ha de estimular nuestra evolución democrática y transmitir un mensaje de esperanza al pueblo que representa.

La importancia del líder en primera fila, sangrando con sus hombres no es un mito ni episodio de circo, sino la única alternativa que nos queda para comenzar nuevamente de cero.

Ya es muy tarde para mantener la retórica que impulsó a nuestro partido a romper paradigmas y a quebrarle la columna vertebral a los partidos de viejo cuño. No son ni el Partido Revolucionario Democrático ni los militares los acusados de hoy día; es Cambio Democrático, cuyos líderes nos prometieron hacer las cosas mejor que los dinosaurios responsables de la putrefacción política.

Ningún puente, mega obra o negocio millonario salvará al partido Cambio Democrático si sus líderes se niegan a retomar el discurso de campaña, o si no surge un nuevo liderazgo claro que demuestre, con hechos, que el partido lucha por un verdadero “cambio”. Si da el giro necesario para dejar de defender a un grupo de aprovechadores y oportunistas.

Esta afirmación no es una crítica a los dirigentes, sino un reflejo del sentimiento generalizado de esta nación.

No puedo entender cómo un héroe, o varios, no ha salido de entre sus filas y cual Prometeo nos obsequia el fuego, la llama, que necesitamos tan urgentemente.

¡No estoy soñando! Panamá necesita volver al nadir; a la nada. Debe regresar nuevamente a la matriz silenciosa; retornar al principio donde los héroes existían y los aprovechadores eran eliminados.

Podemos volver a empezar si damos el ejemplo y entendemos que luchar por una idea superior siempre será un regalo que se le puede dar a esta nación hambrienta de héroes, abrumada por tantos maleantes protegidos por malos administradores de la justicia.

La Asamblea Nacional, igual que la Corte Suprema de Justicia, requiere de un “revolcón”, como aquel que nos ofreció en 1994 el entonces candidato José Salvador Muñoz.

Pero para que ello ocurra, en la Asamblea Nacional debe surgir un líder con la suficiente fuerza moral y respaldo político para eliminar y castigar todas las prácticas corruptas. El líder come de último; el líder sangra primero, y es implacable con quienes se aprovechan de sus cargos.

Nada afecta en estos momentos a Cambio Democrático tanto como la sensación de que los maleantes son protegidos y aplaudidos si son de nuestro partido.

Veo con razonable optimismo los cambios que se impulsan en España, en donde se ha propuesto eliminar absurdas prácticas de los congresistas, como fijarse aumentos de salarios y otros estipendios, así como injustificables beneficios, y se les obligó a cumplir la Constitución y las leyes como el resto de los ciudadanos.

Además, se les fijó un máximo de dos legislaturas, después de las cuales deberán ganarse la vida como cualquier otro ciudadano.

Si existe genuina voluntad política, y surge el liderazgo que propongo, esos cambios son viables, pues el partido Cambio Democrático cuenta con todo el poder político necesario para lograrlo; no tiene la menor excusa.

En esta vena, visualizo la creación de un tribunal de honor en el seno del partido con facultad para juzgar y referir a los tribunales competentes a cualquier miembro que robe o que se convierta (o se haya convertido) en pandillero de cuello blanco.

Si no ocurre algo que nos permita devolver la esperanza al pueblo panameño, visualizo una derrota electoral inminente en el año 2014.

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