Los primeros dos meses de gobierno han sido dinámicos y entretenidos. Las múltiples fricciones con avariciosos comerciantes hacen presagiar que liderazgo, disciplina y sensibilidad social serán protagonistas en este quinquenio presidencial. Nada mejor que un empresario para desenmascarar a otro. La derecha, cuando no exhibe fundamentalismo mercantil o religioso y promueve educación, salud, ambiente o cultura, es una ideología tolerable. Se han descubierto, además, varios escándalos de corrupción que los afectados, eufemísticamente, llaman persecución. Un vocero del PRD acuñó la frase de terrorismo judicial para referirse al asunto. Curiosamente, durante el mandato de ese partido, bajo la teta dictatorial, la justicia panameña obedeció órdenes militares. Ya en democracia, dos jueces de la Corte Suprema fueron designados mediante asqueroso contubernio entre los dos colectivos tradicionales. Mientras este personaje despotricaba contra los “locos”, supimos sobre la exoneración de vehículos lujosos y un diminuto motel dentro de la Asamblea. Caradura.
La ex candidata, no contenta con propiciar una paliza electoral, declaró que el mandatario está destruyendo el país que tanto costó forjar. Lapsus mental. Quiso decir drenar. Todos estamos ansiosos por ver a gente poderosa presa para que el escarmiento sirva de correctivo futuro. Veo mal al PRD si sus miembros decentes y capaces -conozco muchos- no toman las riendas del colectivo y depuran la diseminada pestilencia. Es probable, que las múltiples quejas contra la procuradora, respondan al desesperado clamor popular por lograr certeza de castigo para maleantes gubernamentales. Creo en su honradez, pero admito que me gustaría ver menos retórica y más eficacia. Si ella no ha podido meter a nadie importante tras las rejas debido a que tiene las manos atadas por triquiñuelas jurídicas o por mafiosos abogados que prefieren dinero sucio a país limpio, le exhorto a que fomente, sin temor ni demora, una urgente reforma del podrido sistema. No quisiera que la inacción se interprete como complicidad.
Sin duda, el punto más vulnerable de la alianza reside en la alcaldía metropolitana. Martinelli debe ponerle una camisa de fuerza al gringo bailarín. Cada vez que enseña su enorme mucosa gingival, articula desaciertos. Don Bosco, quizás en alusión al apodo, se ha dado a la tarea de allanar prostíbulos, acompañado de un séquito de autoridades y periodistas. Espectáculo circense. Si pretende buscar personas ilegales, es migración la encargada de realizar controles en fronteras, aeropuertos o costas. Si su interés es develar prostitución insegura, es Salud quien debe efectuar evaluaciones para prevenir infecciones de transmisión sexual. Si busca droga, pues que actúe la fiscalía correspondiente. Además de imposible eliminar, el negocio erótico es una necesidad social de insospechados beneficios. Debe ser, por tanto, una actividad discreta y legal.
Lo más absurdo fue fisgonear la lista de clientes para estrategias de chantaje. Resultaron hilarantes las declaraciones que apuntaban solamente a miembros del PRD entre los asiduos a estos masajes placenteros. Como si el resto de la población varonil es asexual o infaliblemente fiel. A riesgo de sufrir castración conyugal, todo hombre que niegue haber experimentado favores corporales con mujeres de ocasión está muerto, no ha nacido o practica el sacerdocio. Aunque estos últimos no pueden darse golpes de pecho, tampoco los culpo. La castidad es una forma de violencia antinatura. ¿Podría el alcalde, jurar ante su amada Biblia, no haber tenido deslices hedonistas en el pasado? ¿Ni aquí ni en burdeles del suelo floridano? Rechazo, por cínico, el habitual argumento de que la impecabilidad sobrevino justo después de una iluminación divina y conversión religiosa. Ahora solo practican eyaculación artesanal. Hipócritas.
Debo reconocer que, excepto por las bufonadas moralistas citadas, me agrada lo que estoy viendo hasta hoy. Si persiste honestidad, transparencia, justicia y enfoque social en la gestión, podría soportar la irracionalidad de varios miembros del Gabinete de pertenecer al Opus Dei. ¡Quizás hasta me convierta! Tres días antes de fin de año…
