Algo parecido le pasa a nuestros ecologistas extremos que han perdido la esencia de la razón de ser de la ecología. El fin último de la ecología es el bienestar humano, a través de la armonía con la naturaleza, porque todos debemos estar claros que todas y cada una las especies son importantes y hacen falta en el mundo para lograr un verdadero balance ecológico.
El bienestar de los animales en su ambiente repercute positivamente en el bienestar humano en su ambiente. La captura de cualquier animal es deplorable, ya sea mamífero, pez o ave; la captura (no caza) de los delfines no escapa a ese calificativo, pero hay que sopesar qué podemos alcanzar con su captura controlada, restringida y supervisada. No me obnubilo pensando que los inversionistas de Ocean Embassy (a quienes no conozco) harán grandes aportes científicos, porque no es cierto, no se puede negar que los inversionistas pretenden recuperar su inversión con creces, ¡porque esa es la razón de invertir ! Se establecerán en un área económicamente deprimida, y generarán algunos empleos.
Tampoco creo aquello de que son más de mil empleos directos, lo que sí promoverá es el establecimiento de actividades conexas como hoteles, hostales, alquileres de residencias de particulares del área, restaurantes, ventas de comida, ventas de artesanías, turismo internacional, en síntesis, promoverá el movimiento inmobiliario y comercial en el área y proporcionará medios de vida alternos a los 30 mil habitantes circundantes. Todas estas son posiblidades reales de mejorar la situación económica de esos panameños, quienes permanecerán en el área en lugar de emigrar a las barriadas brujas alrededor de la ciudad capital.
¿No es éste un principio ecológico más válido que la negativa a ultranza de permitir el establecimiento de esta exhibición marina, con el único propósito de mantener los peces en el mar ? Después que logren su cometido, ¿qué van a pedir nuestros estimados ecologistas?, ¿que liberen todos los animales de Summit Garden, de los recintos donde se encuentran?, ¿por ejemplo, el águila arpía, el lagarto Juancho y otros? Porque todos están en las condiciones que se supone estarían los delfines: privados de libertad, en espacios reducidos, fuera de su ambiente natural, siendo sometidos a presión del público, tal vez adiestrados para hacer suertes motivados con la comida, etc. Estos son solo los ejemplos locales, pero si todos pensamos así habría que cerrar todos los zoológicos y parques oceánicos del mundo.
No se podrían hacer investigaciones científicas que nos permitan conocer más a fondo a estos animales, para aprender a no afectarlos, a cuidar su entorno, a preservar la especie, a entender su papel en la naturaleza, y muchas cosas más.
No dudo que sean honestos y nobles los propósitos de estos señores ecologistas extremos, pero considero que le están haciendo el juego a todos los seaquariums que hay en el Caribe, Florida y California, porque, indudablemente, esta plaza será una competencia más barata y mermará el turismo centroamericano a esos espectáculos.
Todo esto lo podemos encauzar a favor de nuestra gente que espera oportunidades en esa tierra, olvidándonos un poco de los promotores, que es cierto van a lucrar, al igual que los del Caribe, Florida y California.
Sentémonos a consensuar lo que se requiere para hacer potable la inversión, pero no rechacemos de plano una oportunidad para nuestra gente.
Hay muchos proyectos que conllevan depredaciones al medio ambiente, que saltan a la vista y que se están realizando en este momento, que hacen mucho daño, no solo al hábitat de los animales, sino al nuestro, que son causas más dignas para que los ecologistas luchen contra ellos; por ejemplo, la construcción de un sinnúmero de edificios que han deteriorado la calidad de vida de muchos en la ciudad, la destrucción de manglares y parques, etc. Pero irse en contra de un proyecto que traerá desarrollo y trabajo para muchos panameños del área de San Carlos, no me parece justo.
El autor es ingeniero civil
