Mi colega en batallas de prensa, Alex Jones, ha escrito un magnífico libro titulado El Futuro de la Noticia que alimenta la Democracia, en el que describe la crisis que viven hoy los periódicos del mundo debido al nacimiento de internet y las redes electrónicas.
Los periódicos han sufrido crisis anteriores como cuando nació la radio, que se convirtió en obsesión, luego con el advenimiento del fenómeno de la televisión, y después con el cable y CNN Noticias 24-horas. Con cada crisis se decía que la prensa escrita desaparecería, pero con ninguna ocurrió esto. Hoy el modelo económico de la prensa escrita está en peligro por el nacimiento de la internet, las redes, los blogs, y un problema generacional. Vivimos una época de “juventud extendida”; muchos de los de que tienen 30 años plus desean seguir siendo chiquillos, con la diversión como prioridad de vida. Como consecuencia, los valores de la prensa escrita, con espíritu público democrático, son considerados por muchos “niños-adultos” como obsoletos y otros –peor aún– ven ese método de comunicación como incosteable.
Yo estoy convencido de que una vez más la prensa escrita tradicional no solo sobrevivirá, sino que con imaginación y creatividad irá variando su modelo económico y logrará un renacimiento bien merecido.
Por supuesto, existirán transiciones dolorosas en las que tendrán que reducir “grasa” de sus gastos, conservando –eso sí– el músculo y los huesos. Es decir, los inteligentes jamás reducirán periodistas ni vendedores, las dos profesiones productivas que son la fundación de su éxito. A la vez, los del renacimiento se lanzarán a internet con pasión, considerándolo una operación aparte –no híbrida o de medias tintas– con otro grupo de periodistas especiales para internet, que sepan escribir corto para una pantalla de teléfono, más irreverentes y subjetivos, sin perder los valores básicos del medio. Los diarios que sobrevivirán procurarán ser dominantes en internet, generarán periodistas/ciudadanos y se medirán por su “audiencia total” (periódico escrito más su periódico de internet).
Recordemos que aun cuando muchos sienten que reciben sus noticias por TV o redes, la realidad es que entre el 85% y el 95% de las noticias serias (las investigaciones) todavía vienen de la prensa escrita. Los ojos y oídos de la ciudadanía están en la prensa escrita. Los “niños-adultos” llegarán a madurar hasta convertirse tardíamente en ciudadanos que aprenderán lo que es el placer de desayunar cada mañana con la prensa escrita.
En Panamá, La Prensa, el diario que fue diseñado por el siempre bien recordado Carlos Castañedas, se inició con el apoyo moral internacional de la SIP con inventos que ahora ayudan en la era de la internet: no tiene pases, editorial corto “Hoy por Hoy” en primera plana, equipo investigativo de primera, sección “Vivir+”, anuncios comerciales robapáginas siempre con noticias en la primera sección, y el contar con muchos pequeños accionistas (incluidos empleados “asociados”) que garantizan la independencia de ser un diario sin dueño, pero con muchos dueños (de ahí el lema “Diario Libre de Panamá”), diario participativo y –lo más importante– la consistente valentía de su equipo periodístico e investigativo lleva a los lectores a comentar a menudo “¿qué sería de nuestro país si no existiera La Prensa?”. A toda costa, La Prensa mantiene su misión de exigir la rendición de cuentas de todos los poderes del gobierno, empresas, gremios e incluso de su propio medio.
La obligación primaria de La Prensa es hacia sus lectores, incluso antes de hacia sus propios accionistas. Las utilidades (que durante la transición que vive la prensa escrita pueden llegar a sufrir) son vitales primariamente porque garantizan la independencia editorial.
Por todas estas y muchas otras razones, mientras cierran o se venden periódicos en el mundo entero, La Prensa de Panamá sigue defendiendo la democracia con eficacia y tiene una base financiera robusta.
Ahora, para afrontar la nueva crisis mundial del periodismo escrito, no se deben esperar resultados distintos si se sigue haciendo lo mismo.
Hay que ser optimistas, imaginativos y creativos, sin variar nuestra esencia como el palpitable corazón de nuestras frágiles democracias.
Todos los de la prensa escrita, sobre todo los de nuestro continente, representados en la SIP reunida hoy en Panamá, tenemos que ser orgullosos renacentistas.
