Lo confieso, me cuesta mucho trabajo venir hasta Afganistán y dejar de preguntarme: ¿Por qué estamos aquí? ¿A quién le interesa el talibán? La red Al-Qaeda ya desapareció. Y si sus líderes regresan bien, para eso Dios creó los misiles crucero.
Observé a Greg Mortenson, el famoso autor de Three Cups of Tea (Tres tazas de té), inaugurando una de sus escuelas para niñas en esta remota aldea afgana en la montañas de Hindu Kush. Debo comentar que, tras presenciar el deleite de los rostros de esas pequeñas afganas, apretujadas de a tres por pupitre, esperando a aprender, me fue sumamente difícil escribir.
De hecho, los esfuerzos de Mortenson nos recuerdan cuál es la esencia del combate al terrorismo. Se trata de la guerra de ideas dentro del islam; una guerra entre religiosos excesivamente celosos que glorifican el martirio.
Las invasiones estadounidenses de Irak y Afganistán, en parte, fueron un esfuerzo por crear el espacio para que los progresistas musulmanes pelearan y ganaran para que así el verdadero motor del cambio, algo que toma nueve meses y 21 años producirse una nueva generación puede ser educado y criado de una manera diferente.
Razón por la cual no fue accidente alguno que el almirante Mike Mullen, el presidente del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, perdiera medio día para poder llegar a la escuela más nueva de Mortenson y cortar el listón ceremonial.
El camino hasta allá fue divertido. Nuestro helicóptero Chinook se abrió paso entre picos de montañas, desde Kabul y atravesando el Valle de Panjshir, antes de aterrizar en una nube de polvo en la aldea de Pushghar.
Imaginen que alguien construyera una nueva escuela de una planta en la Luna, y así podrán apreciar la rocosa desolación de este paisaje.
Pero, allá, justo al frente, estaba Mortenson, vestido con el atuendo tradicional de los afganos.
Estaba rodeado por barbados ancianos de la comunidad y veintenas de jóvenes y jovencitas afganos, los cuales estaban pasmados ante el helicóptero, y no creían del todo que el jefe guerrero de Estados Unidos con base en la traducción aproximada del título de Mullen al idioma urdu estuviera llegando para inaugurar la nueva escuela.
Mientras el almirante repartía cuadernos, Mortenson me dijo por qué ha dedicado su vida a la construcción de 131 escuelas seculares para niñas y jovencitas en Pakistán y otras 48 en Afganistán: El dinero está bien invertido. Hablamos de escuelas seculares que darán lugar a una nueva generación de niños que tendrán una perspectiva del mundo más amplia.
Nosotros nos concentramos en áreas en las cuales no hay educación. El extremismo religioso florece en áreas de aislamiento y conflicto.
Cuando una niña sea educada aquí y después se convierta en madre, será mucho menos probable que ella permita que su hijo se convierta en militante o insurgente, agregó. Además, ella tendrá menos hijos.
Cuando una niña aprende a leer y escribir, una de las primeras cosas que hace es enseñarle a su propia madre.
Las niñas llevarán a casa carne y vegetales, envueltos en periódico, y la madre le pedirá que le lea el diario, y las madres se enterarán sobre temas de política y de mujeres que son explotadas.
No es ninguna casualidad, destacó Mortenson, que el Talibán y sus aliados hayan bombardeado, quemado o cerrado más de 640 escuelas en Afganistán desde 2007, así como 350 escuelas en Pakistán, de las cuales aproximadamente 80% son escuelas para niñas y jovencitas.
