Si para esa fecha hubiera tenido responsabilidades políticas o periodísticas, hubiera dicho lo mismo. De modo que recibir críticas injustas por lo que no dije en 1999 torna difícil todo lance polémico. Lo inaudito y censurable podría ser decir hoy algo distinto a lo que dije ayer. Entonces se perdería la secuencia de la verticalidad.
Los jóvenes de hoy antes de decidir su voto deben entrar en otras consideraciones, las históricas. Deben introducir en su cerebro, serena y reflexivamente, algunas páginas del ayer que se refieren a ciertas experiencias desagradables padecidas por la juventud panameña. En el informe de la Comisión de la Verdad se da el número exacto de las víctimas de la dictadura: se habla de 110 casos investigados. ¿Qué deben saber los jóvenes que van a votar el 2 de mayo? Que la mayoría de los asesinados era gente joven. El informe dice textualmente: "De 110 casos documentados de víctimas, tenemos que el 5% de ellos era menores de 18 años; mientras que el 40% contaba entre 19 y 30 años de edad. En adelante el número de víctimas sería menor: entre 31 y 41 años el 31%...". Es decir, de los 110 asesinados, ya examinados, el 45% era muchachos menores de 30 años. El 76% era jóvenes menores de 40 años.
Los jóvenes votantes del próximo 2 de mayo deben exigir explicaciones al respecto, pedirlas a sus padres, a los sacerdotes, a los maestros y a los candidatos a los puestos de elección. Uno de estos jóvenes, Ramón Mojica, murió en combate el 9 de enero de 1969 porque quiso ese día tomarse el cuartel de Piedra Candela en señal de protesta por la ayuda bélica (armas, helicópteros, etc.) que Estados Unidos prestaba a los militares golpistas. Murió dando vivas al 9 de enero de 1964. Su cuerpo fue mutilado y fotografiado, y en hojas sueltas repartieron el retrato en la región con una literatura que decía: "Así mueren los guerrilleros sin Dios ni Ley", vesania absoluta e incontrolable.
Los jóvenes deben saber que una vez fue derrotada la dictadura militar, se presentaron ante las autoridades de la democracia 40 mil denuncias por violaciones de los derechos humanos. Seguramente tales denuncias no fueron investigadas, al menos se desconoce el resultado de las investigaciones. ¡Cuánta locura! ¡Cuánto atropello! Todo tan inverosímil.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial fueron perseguidos inicialmente un millón de criminales de guerra. Luego se aumentó a 6 millones. La paz renació porque los responsables políticos de aquella tragedia fueron físicamente sancionados y civilmente desaparecieron del escenario político. En Panamá, por el contrario, los partidarios de la dictadura militar sienten orgullo de haber sido el brazo militar o el brazo político de ella y los familiares de las víctimas se sienten burlados por la justicia.
Los votantes viejos, tan llenos de recuerdos de toda naturaleza, como testigos excepcionales de los hechos ilícitos del pasado, deben dialogar con sus descendientes sobre los peligros del olvido. Y esos mismos viejos deben recordar las políticas discriminatorias impuestas por la dictadura en su contra. A los médicos mayores de 60 años (eminencias como Antonio González Revilla, Bernardino González Ruiz, entre otros) les prohibieron ejercer su profesión en el servicio público y la Ley Faúndes establece que los millares de votantes mayores de 75 años no pueden ocupar cargos burocráticos, salvo los de elección popular, los del servicio exterior y los relativos a la docencia.
Investigar todos los irrespetos y crímenes del pasado es tarea indeclinable de la juventud para no convertirse, por ignorancia, en encubridores del oprobio o en apologistas de las reincidencias ilícitas.
Por todos los motivos conocidos, por todas las razones expuestas, por todas las lágrimas derramadas y por todos los sufrimientos soportados, es prohibido olvidar. No para que no muera el rencor, tan impropio de la naturaleza del joven, sino para que viva eternamente la libertad en la patria suya, querido lector, en la patria mía y en la patria de todos.
