MADRID (AP). El Cantar de mío Cid, uno de los poemas más largos de la literatura occidental, narra las hazañas de don Rodrigo Díaz de Vivar, uno de los guerreros más admirados de la Edad Media.
No obstante, varios siglos después de su creación, la identidad de su autor continúa rodeada por un velo de misterio.
Hasta ahora, la mayoría de los académicos ha atribuido la epopeya de 3 mil 730 versos a un juglar anónimo que deseaba expresar su admiración por El Cid, el caballero castellano que recuperó gran parte de las tierras ocupadas por los invasores moros en la península.
Pero el profesor de estudios medievales Juan Victorio ha planteado recientemente la tesis de que el primer monumento de la literatura castellana fue escrito por encargo de Alfonso VII, rey de Castilla y León, como fórmula para levantar el ánimo de sus súbditos y estimular su lealtad en momentos en que sus guerreros combatían a los moros.
Victorio afirma que la redacción del texto altera la verdad histórica y omite ciertos pasajes de la vida del héroe, pero agrega que tales tácticas eran comunes en la época medieval, y las compara con el uso de los medios noticiosos por parte de los gobiernos actuales, con el fin de influir en la opinión pública.
El escritor era la televisión de la Corte, dice Victorio. La televisión, o la prensa, o como quiera usted llamarlo. Era el medio de comunicación del gobernante medieval.
