Se dice que el pecado es la pérdida de la dignidad humana, pero nosotros los humanos -a sabiendas de que pecamos- nos enamoramos de nuestros pecados y por ende nos hacemos esclavos de nuestras propias mentiras e involucramos a los más tontos a que nos sigan en ese camino de promesas que sabemos que no vamos a cumplir; solo nos interesa el poder y allanar el camino para llegar a él como sea: prometiendo medicamentos que jamás llegarán, mintiendo al gremio de conductores que les darán nuevos créditos bancarios, a pesar de que ni siquiera han podido cumplir con los millones que les prestó el Banco Nacional, y continúan haciendo de las suyas y matando gente en las calles. El candidato continúa perdiendo su dignidad humana, pero él sigue prometiendo lo que no va a cumplir; solo importa el voto.
Una de las propuestas más insólitas e increíbles es la adquisición de los buses y su nueva ruta. Lo primero que tiene que hacer, señor candidato, es reparar las calles que están llenas de huecos por doquier; los buses nuevos no le durarán el tiempo que dura un estornudo en vista de la condición actual de las carreteras.
Cuando yo llegue al poder la Ley de Transparencia va a ser "revisada", en vez de decir va a ser anulada. Su tono de voz carente de toda energía, su personalidad sin carisma alguno; se nota en él un gran vacío de liderazgo.
El mejor que nadie sabe que el actual gobierno -del cual fue y es parte activa- está lleno de desatinos, pero para muchos es obvio que no pueda ir en contra o manifestar los grandes errores cometidos; eso sería atentar en contra del dedo índice que lo ungió, y es ahí donde deja de ser sincero y la honestidad se desvanece. Mientras tanto, cada vez que lo oigo hablar me parece oír a la señora presidenta.
El candidato le dijo a Martín: "Martincito, prepárate que te daremos sopa de carne y hueso". El candidato gubernamental está huérfano de originalidad; hasta en su hablar se escucha el eco (más que eco, una ecolalia) del continuismo mireyista.
En resumen, todavía no he podido escuchar ni leer una sola propuesta coherente de ningún candidato; propuesta de Estado que tenga credibilidad y se adapte a lo que el pueblo en verdad necesita. Es muy fácil prometer un puente de Panamá a Taboga, pero digan cuánto costará y de dónde saldrá el dinero para hacerlo. ¡Hablen con la verdad!, ya basta de promesas sin sal ni pimienta.
