Panamá es minúsculo país pero enorme absceso. Brota pus por donde se apriete. La porquería encontrada en múltiples estamentos del gobierno torrijista no parece tener fin. ¿Se imaginan lo que habría sucedido si el PRD, al mando del mismo grupo, hubiese ganado las elecciones? Gran parte del tesoro estatal, al que todos contribuimos, estaría en las ya fraudulentas arcas bancarias de numerosos maleantes políticos.
Un beneficio colateral de la aplastante derrota es la feroz pugna interna por el poder del partido. El colectivo es ahora un festín de trapos sucios y culpas esparcidas. Las grabaciones del caso CEMIS producen arqueos gástricos. Escandalosa muestra de putrefacción humana. Asqueroso contubernio entre gobernantes, dirigentes partidistas, diputados, abogados y jueces supremos. Todo apesta. En evidente contraataque, se filtraron noticias de irregularidades en la licencia de casinos por parte del régimen taurino. Sufro al pensar que las indagatorias quedarán, como costumbre, en retórica estéril y cárcel vacía. La certeza de castigo es una de nuestras más lacerantes utopías.
Martinelli está demostrando ser un empresario con conciencia social, exhibiendo liderazgo, determinación y escrotos para depurar injusticias e iniquidades. Es consciente de que si no satisface expectativas ciudadanas, las tribus partidistas tradicionales y los desfasados ejemplares de la izquierda criolla, renovados con vigor bolivariano, provocarán desestabilización institucional. ¡Lucifer, mi metafórico amigo, nos coja confesados! Estoy cansado de ver al sufrido pueblo recurrir a rezos infructuosos para que seres sobrenaturales se apiaden de la nación. Hay que exigir justicia terrenal. No podemos permitir que truhanes magistrados archiven el caso CEMIS. El 60% de compatriotas que votó por el cambio debe presionar para que esta vergonzosa perversión no quede en la impunidad. Necesitamos ver peces gordos tras las rejas.
Otra tarea del mandatario es controlar la estridencia de gremios y sindicatos que mantienen de rehenes a los sectores que representan. Se les debe dar oportunidad de ofrecer opiniones positivas a la solución de problemas en salud, educación y transporte pero sin otorgar concesiones ante muestras de intransigencia. Si adquieren demasiado protagonismo, querrán cogobernar y derramar ponzoña a quien no se parapete a sus unilaterales pretensiones. Es increíble ver cómo las minorías usurpan los destinos de las mayorías. Hay que ser contundentes en rechazar huelgas y cierre de calles. La sociedad debe movilizarse para aniquilar todo intento de caos propiciado por agendas particulares.
Hace poco concluyó el congreso de Frenadeso. Me parece saludable contar con un abanico de tendencias que sirva de contrapeso a corrientes políticas opuestas. Todos los extremos, empero, son perniciosos. Basta conocer a los involucrados en este movimiento de izquierda rancia, para augurar un nefasto retroceso para el istmo. Oradores con discursos de barricada, un educador haragán como conferencista y un coordinador que destila odio contra cualquiera que tenga más. Es lógico suponer que el economista Jované pondrá su imagen de honestidad y humanismo como estandarte electoral. Otro fiasco. Él ya demostró incompetencia en su primera oportunidad como administrador público. Todos estos personajes son afines a los modelos de Cuba o Venezuela. Chávez es un megalómano desquiciado que usa el petróleo para inmiscuirse en soberanías ajenas y fomentar lucha de clases, cacareando el aburrido estribillo antiyanqui en coro con sus títeres de Ecuador, Nicaragua y Bolivia. Correa es un individuo cínico y mentiroso. Ortega es alcohólico, pedófilo y oligofrénico. Morales, cocalero de afición, desea volver a la época de sahumerios y chamanes. Miseria, vagancia y mediocridad igual para todos. Como parte de una premeditada hoja de ruta dictatorial, aniquilarán cualquier disidencia mediática e implementarán leyes educativas a conveniencia. Los medios panameños deben trabajar en la profilaxis para que este retrógrado patrón no nos invada.
Pobre América Latina. La juventud adoctrinada en dogmas religiosos y ahora en tiranías repugnantes. Las generaciones venideras padecerán automatismos robóticos, intelectos sumisos y libertades oprimidas. Triste futuro. Procuremos escapar de este pronóstico y distanciarnos de países vecinos que decidan estancarse en el subdesarrollo económico o mental. Para mañana es tarde.