Con mucho malestar he observado en las últimas semanas las confrontaciones de grupos de interés en la construcción, con el Cuerpo de Bomberos de Panamá (CBP), tratando de "minusvalidar" sus claras, precisas e internacionalmente reconocidas recomendaciones en requerimientos de seguridad que exigen los edificios altos, epidemia de concreto que se ha extendido por nuestra ciudad haciendo desaparecer preciosos barrios de antaño.
En mi opinión, esto refleja una pérdida de respeto que tradicionalmente en Panamá se ha tenido hacia las opiniones de la Oficina de Seguridad. Como quiera que tengo una relación muy estrecha con el CBP y seguramente hay muchos ex bomberos pendientes de esta crisis, quisiera exponer algunas reflexiones sobre algunas de las causales de estas insanas y negativas actitudes.
Con el correr de los años, se han ido perdiendo los vínculos de la comunidad con la bombería en general y, por ende, el amor y aprecio por la institución, compuesta por gente de diferentes estratos sociales, pero con un denominador común el cual es dar su tiempo y sacrificio, al riesgo de perder la vida , por la comunidad a la que servimos.
En mi juventud muchos niños querían ser bomberos cuando fueran grandes. El paseo de las antorchas era un espectáculo los 27 de noviembre en la noche , todos salían a ver esa gran "tuna" de luces, llamas y humo, movida por esa masa de camisas rojas cantando la Marcha del Bombero, cuyo recuerdo me llena de melancolía.
La imagen del bombero llegaba a temprana edad a las escuelas, con los programas y concursos de evacuación de incendios con premiación de los mejores. Había motivación y sentido de presencia. Esto se ha perdido.
Con preocupación vemos que el CBP tiene un presupuesto insuficiente a todas luces, con deficiencias graves de equipo e insumos de uso diario. O bien no se han sustentado con firmeza y persistencia los gastos presupuestados o funcionarios no capacitados en materia bomberil graciosamente eliminan renglones importantes.
Ya suficientes muertes y accidentes graves en bomberos justifican más seriedad en el cumplimiento de lo solicitado en los renglones de maquinaria y equipo. Estas acciones gubernamentales son temerarias y peligrosas (algo así pudo ocurrir en el laboratorio de medicamentos de la CSS cuando no se compró, por años, los equipos solicitados para control de calidad), y NO SE PUEDE exigir a un bombero, que tome riesgos excesivos por falta de equipo indispensable que lo proteja.
Ni hablemos de la falta de agua y su errática presión, elemento vital que impide actuar en la forma correcta. La valentía no es suficiente para apagar un incendio. Ya casi olvido los tiempos del "cacho" que mis contemporáneos recordarán, trompetazo de llamada al deber a los cuarteles, de efecto tan rápido como el teléfono de hoy. Al instante, la estación de bombeo en Balboa doblaba la presión de agua, muchas veces volando tuberías viejas y excusados, pero llenaba de gozo a los bomberos amarrados a su pitón haciendo fuerza a la presión centrífuga que los impulsaba atrás. Hoy día, si acaso sale como manguera de jardín.
El 5 de mayo el CBP recuerda a sus héroes caídos en el polvorín de 1914 y también hacemos memoria en ese acto a los otros bomberos que han perdido su vida en acción. Si hiciéramos un viaje imaginario al pasado y traemos a este siglo a los hermanos caídos Félix Antonio Álvarez , Luis de Basach, Juan Bautista Beltrán, Luis Buitrago, Faustino Rueda y Alonso Teleche y nos preguntasen, de qué sirvió su sacrificio, con orgullo les diríamos que no ha vuelto a ocurrir un polvorín, pero se espantarían de la falta de medidas suficientes para prevención de incendios y otras posibles tragedias, por culpa de un presupuesto deficiente, falta de cooperación decidida de entidades gubernamentales, falta de intervención dinámica de las compañías de seguros, quienes se benefician con las primas de incendio.
Es necesario que se reactive la "Semana de prevención de incendios" y crear conciencia pública de las bondades de la acción preventiva a todo nivel.
Falta más carácter y fortaleza para tratar y discutir con seriedad con los grupos de promotores de edificios, sus constructores, quienes de hecho ya están en situación de conflicto de intereses (aunque aceptamos el concepto del negocio y las oportunidades actuales), cuando pretenden, con criterios pueriles, absurdos y peligrosos, por motivo de alza en los precios de venta, disminuir las medidas de seguridad contra incendios.
¿Qué nos depara el futuro para que no tengamos más "héroes"? ¿Cómo protegemos a los turistas que van a Taboga y otras islas, que usan nuestras lanchas, la mayoría viejas, peligrosas, sin salvavidas apropiados, que usualmente van bien llenas de gente? No nos olvidemos de los hotelitos y posadas en el interior, donde no hay carros bomba. Chespirito no los protegerá.
Hagamos un serio análisis de la situación, un revolcón de ideas, para que se corrijan a muy corto plazo estas deficiencias, que se planifique la prevención, que se activen nuevas comisiones para que el bombero pueda, a cabalidad, con seguridad y bien protegido, cumplir con el lema de nuestro CBP: DISCIPLINA, HONOR Y ABNEGACIÓN.
¡Dios mío , que no tengamos otro polvorín!
