La lectura de la forma en que históricamente se fue conformando la actual provincia de Bocas del Toro está revestida de gran interés. La satisfacción es mayor cuando se comprueba que existen muchos datos relativos a ello, los cuales, si se buscan, se pueden fácilmente encontrar.
Así, por ejemplo, se conocen los nombres de la mayor parte de sus primitivas tribus indígenas, las cuales fueron: Caribes, Nahuas, Zeguas, Changuinas, Tenacos y Peruracas.
También se conocen detalles de cuando Cristóbal Colón en su cuarto y último viaje arribó a sus playas, comandando las naves La Capitana, La Gallega, La Vizcaína y La Santiago de Palos, en 1502. Colón entró por el canal conocido como Zoraboró, lo que hoy se llama la bahía de Almirante en su honor.
Como en una de las islas bocatoreñas se careneaban, o sea, se arreglaban las naves, a una de ellas él la bautizó como Carenero. Nombre que se conserva aún.
Más tarde, en 1534, el recién nombrado gobernador de Veragua, sin s, de nombre Felipe Gutiérrez, visitó varias de las islas del archipiélago.
Para 1540, el presidente de la Audiencia Española, de apellido Badajoz, funda en ese sector la primera ciudad, a la que le puso ese mismo nombre. La ciudad no tuvo larga duración.
También se refiere que para esas mismas épocas se extraía oro de las minas de Bocas. Y ya desde el siglo XVI aparecieron los problemas limítrofes que tuvieron tan larga duración. Aún queda constancia de unas cinco o seis exploraciones más, todas en siguientes años.
A partir de 1660 y hasta 1705 fueron los piratas ingleses los que visitaron aquellas playas. La verdad es que no lo hicieron para arrasar. Entre paréntesis, no había qué. Usaron aquellos sitios para protegerse, conseguir comestibles, como por ejemplo tortugas y pescado.
Además para conseguir agua dulce, reparar sus naves y hacer cambalaches de diferentes productos con los habitantes locales. Fue así como los piratas Morgan, Essex, Mansfield, Coxon, Allyson, Row, Cook y Dampier aprovecharon las facilidades que brindaba la región.
Los que sí invadieron y asolaron fueron los indios nicaragüenses Mosquitos, azuzados por los ingleses, con demasiada frecuencia. Atacaban sin cesar. Esto obligó a las autoridades colombianas a establecer una guarnición militar allí.
Otros ingleses también acudieron, pero para evangelizar, comerciar o establecerse. Tales son los casos de los hermanos Brown, Peterson, Shepherd. Desde Bogotá, Portobelo y Estados Unidos acudieron gentes para trabajar.
Exploraciones de carácter científico también arribaron: Wagner (Alemania); Lefond y Morelle (Francia); Warscewick (Polonia), y Morris y Whelkright (Nueva York).
Llegaron para estudiar la flora, buscar carbón, construir caminos o comerciar. De las islas colombianas de San Andrés y Providencia vinieron familias para convivir. Se puede ver que Bocas estuvo siempre en la mira por diferentes razones de avanzadas extranjeras. Hoy son los turistas e inversionistas de varios países los que han quedado prendados con el lugar.
Cómo quizás el espacio nos falte hemos omitido muchos temas relacionados. Eso nos dará margen para hablar también, aun cuando poco, del desarrollo administrativo de tan bella y amable región, a la cual le auguramos un magnífico porvenir sí se le sabe, sabiamente, aprovechar.
Fue en 1882, cuando lo que sería Bocas quedó incorporada a la provincia de Veragua, así sin s al final. Luego se le da el título de cantón. En 1850, pasa a ser parte de Chiriquí. En 1855, de Colón. Vuelva a Chiriquí. Más tarde se le llama Comarca.
Por medio de la Ley No.26 del 22 de abril de 1904, Bocas del Toro queda convertida en una provincia, lo que acaba con tanta improvisación, causa además de inestabilidad.
Hoy el territorio de Bocas del Toro tiene 8 mil 917 kilómetros de extensión. Según el Censo Nacional del 2000, la población era de 89 mil 269. La ciudad de Bocas del Toro, la que les presentamos hoy, tenía cerca de 10 mil.
¡Salud, preciosa región! Que el buen turismo, el adecuado aprovechamiento de sus fértiles tierras más un inteligente manejo os coloque en el lugar que hace años has tenido el derecho a gozar.







