Por fin había llegado el tiempo en que las colonias americanas de España, hundidas en una terrible pobreza y sin esperanzas de mejorar, y luego de haberle solicitado insistente e inútilmente al reino que les concediese mayores libertades y ventajas, no sólo económicas, sino políticas, religiosas y de variada índole, se comenzaron a rebelar por medio de sangrientas guerras hasta lograr su independencia.
El Istmo de Panamá y sus ciudadanos no podían ser la excepción. Comerciantes y personas comunes habían enviado múltiples solicitudes con el fin de que sus puertos así como sus aduanas poseyesen estas ventajas ya que contaban con las facilidades geográficas.
Ya desde el siglo XVII se acentuaba más y más esa disposición. Mas lo anterior no era todo. Las riquezas que en un sentido u otro por aquí pasaban eran enviadas a la Corona española que malamente las invertía en constantes e inútiles guerras, que para nada ayudaban a encontrar la más mínima solución. Es más, había que contribuir cada vez más con impuestos y dádivas que agravaban la intolerable situación.
Por eso, desde temprano en el siglo siguiente (XVIII), se trajo al Istmo la primera imprenta, e individuos como Mariano Arosemena, sociedades como Los amigos del Istmo, publicaciones como La Miscelánea , dirigidas por aquel, además de maestros entrenados para ilustrar a los poco preocupados habitantes en asuntos de libertades, se dedicaron a la más avanzada tarea de luchar por la desmembración.
Y así llegó primero el 10 de noviembre de 1821, cuando fue lanzado en La Villa de Los Santos y algunas otras poblaciones vecinas, el primer grito de libertad. Pero... siempre hay un pero.
Los comerciantes e influyentes personajes capitalinos, no sólo no reconocieron aquel acto sino, que ¡cosa rara! hasta se dedicaron a la tarea de hacerlo motivo de crítica oposición.
Es por eso que el 28 del mismo mes y año se oficializa el primer grito que se acaba de conmemorar (10 de noviembre). Y ni así hubo una total aceptación. El reino español, tenía aún, como el resto de los países americanos, un algo de aceptación.
Luego vino mayor ausencia de los consensos, esa palabreja que todavía hasta hoy expresa algo tan difícil que se pueda lograr.
Y como no estaban tampoco totalmente preparados los líderes de todo aquello, nos adhirieron a Colombia, falsamente embelesados con ciertas dotes ausentes de Simón Bolívar el libertador, mas no tan buen gobernante como se esperó siempre de él.
Y volvió la lucha a empezar. Y nuevos intentos de independencia volvieron a retoñar, hasta llegar al 3 de noviembre de 1903. Etapa que tampoco ha terminado, pero con la diferencia de que ahora la lucha es interior y con más esperanzas que anteriormente.
Educación, disciplina, civilismo, honestidad, aceptar que el país es de todos y que no acepta más repartición. Patriotismo mas no patrioterismo son algunas de las metas que aún, tenemos que lograr. A ver cuándo proclamamos el grito de verdadera libertad antes de que nos lleguen los estertores de una muerte segura si no logramos mejorar.

