¡Por razón de la materia y por razón de la persona! He sostenido que cuando se quiere llegar a grandes logros, es necesario estar claro del contenido de lo que propongo y, sobre todo, a la o las personas que se involucran en la propuesta.
He escuchado y leído, con detenimiento, varias opiniones con relación al "tipo" de educación sexual que debe impartirse en nuestros centros escolares. Naturalmente, no es un tema fácil de abordar, puesto que, a veces, parece que nos domina una mentalidad conservadora o fundamentalista y la falta de consulta por parte de nuestras autoridades.
De hecho, ya estamos comenzando mal cuando situamos el problema en los jóvenes, dejando atrás un resto que tiene mucho que ver en este asunto:
Nuestros niños y jóvenes (persona y conducta) son el reflejo de lo que somos los adultos, esto es, que la educación sexual debe comenzar por las familias y la sociedad en general. Como adultos nos debatimos entre una falsa visión del pudor y la moral y un libertinaje sexual.
Las autoridades educativas, de instituciones, de clubes cívicos, entre otros, deben convencerse de una vez por todas, que somos únicos, por lo que los programas -cualquiera que fuere su contenido- deben partir de lo que somos como personas, esto es, personas con costumbres, moral, pudores, mentalidad, con tabúes y mitos, diferentes al resto de los habitantes de este hermoso universo. Para ello aquí tenemos pedagogos, psicopedagogos, sociólogos, psicólogos, especialistas en moral y ética y sobre todo conocedores profundos de nuestra gente, que pueden elaborar los programas educativos destinados a los demás compatriotas. Somos panameños.
Los medios de comunicación, sobre todo los televisivos, así como utilizan los programas masivos, en donde se exaltan las actitudes sexuales (novelas, películas, entre otros), deben elaborar programas de educación en moral sexual y salud sexual para toda la sociedad.
Las iglesias, movimientos religiosos, deben crear programas sobre la sexualidad humana, desde la perspectiva de su credo y visitar las escuelas y colegios para orientar a sus fieles y así dejar la actitud crítica y no aportativa.
En las escuelas y colegios se podría hacer: cambiar los programas de educación sexual, que en realidad es un conocimiento general de los órganos reproductivos masculino y femenino, por una educación moral y científica de la sexualidad humana; que los departamentos de orientación, de nuestras escuelas y colegios, establezcan actividades como charlas con especialistas en el tema, documentales, elaboración de trípticos, entre otros, para la debida orientación de los estudiantes; que en la Escuela de Padres y Madres existentes en las escuelas y colegios se incluya el tema de la educación sexual.
El Ministerio de Educación (ministro y directores nacionales), así como han luchado para implementar nuevas tecnologías, para un mejor proceso enseñanza-aprendizaje, deben utilizarlas para educar en sexualidad. Es lastimoso ver que casi siempre cuando el ministro o los directores nacionales de Educación hablan sobre el tema, se la pasan citando estadísticas de niñas o jóvenes embarazadas y ofrecen pocas alternativas a seguir para solucionar el problema. Sugiero que se establezca en cada región educativa un equipo de especialistas que elabore un programa de moral sexual, cónsono con nuestra realidad y, sobre todo, con nuestras personas y se deje de estar "importando" manuales elaborados para otros grupos humanos e igual debe establecerse en cada escuela un equipo de educadores que tenga por misión buscar las formas de crear alternativas de educación sexual permanente en sus respectivos colegios y que no sea un añadido de otras materias o que no sea una materia más, sino educación para la vida.
Termino sosteniendo que lo que nosotros como médicos, periodistas, sociólogos, educadores, obispos, no hemos abordado con seriedad, ha sido abordado en las calles de forma libre y, por lo tanto, distorsionado y eso es lo que ha llegado a nuestra niñez y juventud. Hoy nuestros niños y jóvenes tienen acceso a lo sexual en revistas, fotos (catálogos), portales electrónicos (internet), DVD, CD, sin restricción alguna y sin orientación debida.
He tenido la noble oportunidad de ser mediador en el proceso enseñanza-aprendizaje en algunas escuelas de este país, por lo que sé que nuestras jóvenes actúan por ignorancia (en cuanto a lo noble de la sexualidad humana), manipulación, experimentar lo que ven y oyen (curiosidad), aunado a las situaciones familiares (promiscuidad, pobreza) y que en sus escuelas se carece de una verdadera orientación en este aspecto de la vivencia humana.
Todos ganamos en la medida en que educamos.
El autor es licenciado en derecho y ciencias políticas