ENTREGA.

Recordando a Ascanio Arosemena

Tenía yo 11 años. Ese 9 de enero de 1964 no lo olvidaré nunca en mi vida. Mi hermano era mayor que yo y vivió mucho más de cerca los acontecimientos, incluso, conoció a Ascanio Arosemena y siempre me habló de él. Decía mi hermano que Ascanio no tuvo tiempo de ser el gran amigo de nadie, pero que si no hubiese caído ese fatídico 9 de enero, hubiesen sido grandes amigos y sinceros compañeros. Mi hermano conoció a la Promoción de Ascanio de la Escuela Profesional Isabel Herrera. Yo también conocí a varios; los recuerdo bastante bien. Compartí con ellos. Fueron muy buenos amigos de mi hermano mayor. Recuerdo perfectamente a Enrique Pesántez, Roberto De Luca, Juan Plumier, Simón Medina, Miguel Ángel Charry, Chelita Araújo, Juan Raúl de la Torre y Marina Diez, entre otros. De todos ellos, decía mi hermano, Ascanio Arosemena era el "más bullanguero, el más festivo y vivaracho". Ágil en el fútbol, resistente corredor. El día fatal tenía puesta una camisa de banda cruzada como los futbolistas.

Me cuenta que Ascanio era comedido y respetuoso, a pesar de ser rebelde y disconforme. Detestaba las injusticias y, por eso, en la escuela se buscaba algunos problemas. Buen compañero, cooperador en todo lo que sirviera al engrandecimiento de su plantel y a la consolidación de su amistad con la muchachada de la promoción. Recuerdo que en aquellos tiempos, en "La Profesional", se celebraban buenísimas ferias que daba gusto asistir y pasar excelentes momentos de distracción y camaradería. Daba gusto, también, ver a esa juventud sana y constructiva ejercer plenamente su adolescencia. Nuestro héroe nacional se fue en el apogeo de esa hermosa juventud… de ese divino tesoro. Siempre lo miraré como un símbolo de los estudiantes de su tiempo. Lo lloramos todos los niños, jóvenes y adultos de esa época. Aprendimos que sí había panameños que estuvieron dispuestos a morir por su Patria. Ascanio sabía que podía perecer en el acto heroico de rescatar a un compatriota caído; terminó cayendo él. No lo impulsó la temeridad, porque estoy seguro de que Ascanio no era imprudente. A la inmortalidad lo llevó su patriotismo genuino, su bondad y su amor al prójimo.

Soy creyente y espero en Dios la gloria eterna. Los seres humanos como Ascanio Arosemena infunden la fe y la refuerzan, porque desde la ofrenda de su vida defendiendo a nuestra querida tierra amada, el cielo se nos hace más tangible, más cercano y más deseado.

Desde su partida allá en 1964, pareciera que las cosas no han mejorado mucho y los patriotas como tú, quizás sean solo un puñado que necesita conocerte.


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