Como instrumento de garantía de los poderosos señores que detentan la vida pública y privada del país, así y solo así vive el sufrido pueblo panameño, que se levanta día a día con el deseo de ver garantizada la justicia, la libertad, la democracia y otros valores, que como yerbas aromáticas les prometen los políticos tradicionales en sus campañas, estos últimos, que se han caracterizado por ser especialistas en secuestrar las esperanzas. Con golpe de pecho se han denominado ante los medios de comunicación como "La Clase Política", en una grosera forma de apartar del tema, a quienes quizás para su concepto, no son dignos de participar en el arte de gobernar y dirigir la nave del Estado, creyendo incluso, que sus actuaciones no son meritorias de reprobación.
Somos ciudadanos rehenes de la violencia, que es exacerbada por muchos medios de comunicación masiva; miramos perplejos el zigzagueo de la justicia y la inseguridad jurídica; estamos estupefactos ante tanta miseria humana que campea en los actos de quienes dirigen la cosa pública; coexistimos olvidados de incontables promesas envueltas en malicia y morbosidad de quienes pasaron un día pidiendo el voto. "Esta clase política", revuelve y enturbia todo, para evitar que la luz penetre. Y cuando lo inmoral e ilegal, ha llegado a niveles que sobrepasan lo intolerable, acuerdan entre adversarios pactos de no me haces, no te hago; no me juzgas; no te juzgo y la justicia atragantada, dándose la gran francachela con los jugosos salarios que aportan los contribuyentes.
Peor que la gripe aviar, se propaga la irresponsable incapacidad de hundir a esta embarcación fantasmal que se desplaza en los pantanos de "egoísmo y mediocridad", como lo llamara nuestro actual mandatario; ya que los personeros del país cargan en cubierta, intereses y misiones preñadas de compromisos particulares y familiares, que son distintos al interés general de la patria. Y como carroñeros nocturnos, satisfacen entre sombras, sus insaciables apetitos enterrando sus garras en el erario, las embajadas y consulados, los contratos, las compras, en el presupuesto general y en cada negocio que le puedan sustraer una ganancia más.
No es de fácil digestión, escuchar a un mandatario denunciando en un informe de la administración de su gobierno, la existencia de corruptelas y falta de transparencia y cuando le preguntas al mismo qué hace para aniquilar tal mal, su contestación se desplaza hasta la punta de sus dedos, que señalan a otros órganos del Estado como los responsables de atender dicho menester. Y los perseguidores del delito, cosiendo la fina red que destruyeron los tiburones. Esos mismos tiburones con saco y corbata, de mancuernas de oro, relojes Rolex y autos libres de importación.
Algún día, más temprano que tarde, surgirá quien no le tiemble la mano para actuar, poniendo en cintura cada cosa de la vida pública al servicio de las mayorías necesitadas; actuando con justicia, pero sin excesos; con transparencia y sin temor. Con principios, con valores, con respeto y tolerancia arremeteremos contra estos indignos mercaderes, que tienen acorralado a otro gobierno en el templo.
Sin Mesías, dentro del marco democrático e institucional, invitando a los "emputados", para que ya no aprieten los dientes y los mismos chirreen de la cólera por seguir viendo más de lo mismo y abriendo las alamedas para que un torrente de personas distintas participen, sin obligarles a estar inscritos en los colectivos políticos. Porque político es todo ciudadano en su expresión diaria de vivir y no es una clase social ni especial. Lo que muchos no desean y no les podemos obligar es a estar inscritos en partidos, convirtiéndolo como tal, en militante partidista.
Política como ciencia y arte, que no es igual a politiquería barata, es lo que requiere nuestra población y con actores nuevos que no desprestigien el adecuado propósito de encaminar el país hacia un pleno desarrollo, libre de patrañas y chanchullera barata, que ya son difíciles de desprender de quienes destilan pústulas, como reflejo de su intención interna. En todos los campos y actividades de la vida nacional, donde no escapa lo privado, se clama por medidas ejemplares que marquen nuevos derroteros y hagan sentir con valor que no todo está contaminado y podemos vivir libres de cuervos.