En un mundo moderno, la inclusión avala al pluralismo, que se fundamenta en aceptar toda conducta que satisfaga los deseos y/o las necesidades del ser humano. Sin embargo, como la humanidad debe buscar el equilibrio, debe decidir cuál es el límite del pluralismo. Para mí este surge cuando sus intereses y fines chocan con los del resto de la sociedad.
Las raíces profundas del pluralismo se basan en el individualismo, cuyo aporte positivo se observa en las manifestaciones creativas y benignas del ser humano. Cuando Albert Einstein enunció la teoría de la relatividad (E=m c2), se trató de un acto individual producto de una intuición intelectual. Las intuiciones son acciones individuales que le permiten al espíritu conectarse con cierto sector de la realidad, de forma instantánea, obviando el razonamiento. La Quinta Sinfonía de Beethoven, por ejemplo, fue un acto individual del genio, no de la orquesta que la tocaba.
Pero el individualismo tiene su parte negativa, cuando coloca a un hombre contra otro, o a un Estado contra otro al estar los deseos siempre insatisfechos. Esto es causa permanente de conflictos personales, guerras fratricidas, etc. El pluralismo se fundamenta también en el individualismo, pero no por eso hay que estigmatizarlo. Se debe aceptar, pero considerando el límite antes descrito.
El fanatismo, en tanto, es propio de quien defiende, con tenacidad y apasionamiento, creencias u opiniones sobre todo políticas o religiosas. Por esa razón, la ONU debe tener disposiciones claras en el sentido de ubicar todo fanatismo como perjudicial al género humano, por lo que debe ser perseguido y castigado. Hace poco, la ONU catalogó como terrorista al grupo islamista fanático Boko Haram, pero lo ha hecho de forma tardía para las víctimas del grupo.
El individualismo avala al pluralismo y este permite la creación de Estados, pero la humanidad para sobrevivir debe tener una institución universal que rija el destino de diferentes Estados, que sirva de árbitro imparcial y justo, y tome decisiones basadas en los principios ideales de la conducta. Es entonces la moral, como fundamento de la justicia, el camino que conducirá a la posible supervivencia de la raza humana, creando condiciones claras hacia la evolución social.
La esencia filosófica de Confucio se describe con dos palabras que son choung y young, que significan centro y perseverancia. El sabio Solón de la Grecia antigua hizo inscribir en la entrada del templo de Apolo “Meden Agan”, que significa “sin excesos”. Ambos pensamientos filosóficos coinciden en apartarse de los extremos, donde nacen, crecen y proliferan los fanatismos. Comportamientos estos que han sido, son y serán perjudiciales a la humanidad. El catolicismo produjo la Inquisición y las Cruzadas como claras muestras de los fanatismos religiosos, muy parecidos a las actitudes que 500 años después sirven de fundamento a Boko Haram.
Cuando se vulneran los derechos inalienables del individuo y por ser una costumbre de la época, se les considera como un acto moral, pero se crea una visión inmoral de la moralidad misma.
