Mami Muto solía vivir a cinco kilómetros de los seis reactores de Fukushima 1, al noreste de Japón. Ella, esposa y madre de una niña, recuerda cómo salió al día siguiente del sismo que afectó Japón, dejando no solo sus pertenencias, sino a sus dos perros, cuatro gatos y tortugas.
El caso de esta familia se repite innumerables veces dentro del área afectada, no solo por la radiactividad, sino por los devastadores movimientos del sismo y en otros sitios por el agua que arrasó con todo a su paso.
Según un comunicado de la Sociedad Mundial para la Protección Animal (WSPA, por sus siglas en inglés), se estima que unos 30 mil animales permanecen con sus dueños en albergues, pero el número de animales de granja que siguen abandonados en la zona de exclusión radiactiva es incierto.
Esta asociación, al igual que con el caso de Haití, ha anunciado su plan de asistencia para estos miles de animales en Japón que se han visto afectados por los recientes acontecimientos.
El plan de operación se comenzó a estructurar desde la llegada de la WSPA a Oriente la semana pasada, confirmando el potencial para la asistencia e identificando los grupos locales a quienes darían apoyo.
El personal colaborador ha logrado organizarse y unir esfuerzos, formando grupos como el Equipo de Respuesta para Animales en Desastres (ADRT, por sus siglas en inglés), una fusión entre participantes de WSPA y la Sociedad para el Bienestar Animal de Japón (JAWS).
La WSPA explica que la fase aguda del desastre tiene una duración de tres meses.
Durante este período se espera crear unos 30 refugios temporales para los animales de las familias evacuadas, y una colaboración de 150 mil dólares para llevar a cabo los planes de recuperación. Por parte de ADRT serán proveídos los alimentos y el agua para mantener a los animales atendidos y en buen estado de salud.
De acuerdo con investigaciones que se han llevado a cabo por parte de la organización, se ha podido determinar que la población animal de Japón es bastante longeva y, por ende, muy dependiente de sus dueños, explica Gerardo Huertas, director de manejo de desastres de la WSPA.
La consecuencia de esta condición agrava la supervivencia de las mascotas, ya que son más susceptibles a verse afectadas física y emocionalmente cuando son separadas de ellos.
“El sistema de alerta por tsunami que se ejecutó a lo largo del continente americano fue bueno y permitió tomar precauciones; sin embargo, el ejemplo del desastre en Japón nos recuerda que conforme una sociedad se vuelve más compleja, en infraestructura y en otros sentidos, los efectos son también más complejos”, dijo.

