Este no es un artículo político, sino un planteamiento desde la óptica de la institución policial. Institución a la cual pertenecí por más de 25 años.
Me ha motivado escribirlo escuchar los constantes ataques que recibe la Policía Nacional en muchas de sus actuaciones, no pretendo ser defensor oficioso y mucho menos entrar a polemizar con nadie, sino muy por el contrario hacer algo de docencia en relación a esta organización de seguridad pública.
A raíz de los últimos acontecimientos en los que el orden público en nuestro país se ha visto alterado, las autoridades locales –como lo hubiesen hecho las de cualquier país– acudieron a sus fuerzas policiales y, por ende, a sus funcionarios que hacen cumplir la ley para garantizar el derecho de terceros.
Esta misma respuesta nos tocó vivirla en el periodo comprendido entre los años 1990 y 1994. Ejemplo: cuando los transportistas se declararon en paro por la aprobación de la nueva ley del transporte para esa fecha, en el periodo comprendido entre 1994 y 1999 entre uno de los casos podemos mencionar las reformas al Código de Trabajo; en el periodo de 1999 y 2004, se hace uso de este recurso para mantener el orden público cuando se separa al director de la Caja de Seguro Social, Juan Jované, y en el actual periodo para los casos que ya son conocidos por la opinión pública.
En cada uno de los ejemplos que menciono hay un punto en común y es que a quien se encarga de restaurar el orden público es a la Policía Nacional, lo que nos indica que es una función que tiene asignada esa institución por mandato constitucional. Aquí no se repara realmente en si las motivaciones que originan la alteración del orden son legítimas o no, solo se hace valer el derecho de los terceros a la libre circulación, por ende, esta actuación debe ser neutral y apegada a la ley. La Policía Nacional siempre actuará en base a las normas y reglamentos establecidos, para lo cual y en cada caso hay procedimientos a seguir, que deben ser de estricto cumplimiento por parte de todos los agentes del orden que integran la institución.
En base a este criterio y sin justificar acción alguna paso a analizar que en estos casos la Policía Nacional actúa como un conjunto de hombres y mujeres, por lo tanto, hablamos de la Policía como institución. Pero cuando uno de sus miembros se sale del procedimiento no actúa la Policía, sino el policía de manera individual, el hombre o la mujer que forma parte de la organización. Su actuación se desvía a lo personal, puesto que no cumplió con los procedimientos establecidos para la situación presentada.
Es por esto que la Policía Nacional organizó y creó una Dirección de Responsabilidad Profesional que, por mandato legal, es la responsable institucionalmente de investigar los procedimientos no acordes utilizados por los agentes.
Esta investigación se puede hacer de oficio o mediante la denuncia directa del afectado o ya sea bajo el anonimato. De comprobarse la violación al Reglamento Disciplinario de la Policía Nacional (decreto ejecutivo) el caso pasará a una junta disciplinaria en la que se ventilará el caso de acuerdo a la investigación realizada y se decidirá si corresponde la sanción o no, y el tipo que se aplicará.
Todo esto debe fundamentarse en el debido proceso, garantizando al señalado su estado de defensa en todo momento.
Menciono estos aspectos para que la ciudadanía los conozca y sepa que la Policía Nacional es una organización que, por su naturaleza, requiere de estos controles internos, permanentemente, así se auto controla y se auto depura.
Señalar a todo un cuerpo por la actuación incorrecta de uno o dos de sus miembros no es justo. Hago un llamado a la reflexión sobre esto porque se habla de la institución que, de manera directa y por mandato legal, está llamada a preservar nuestras vidas, nuestros bienes y nuestra honra. Recordemos que quienes la integran son hombres y mujeres que tienen sentimientos y todos los problemas que experimenta cualquier otro ciudadano, pero que deben salir todos los días a dar su mejor esfuerzo para la búsqueda del sosiego y de la paz social, aun a costa de su propia vida.
A ellos es necesario no solo proporcionarles los equipos para el cumplimiento de su misión, sino reforzar el presupuesto que se les otorga para beneficiar directamente al hombre o la mujer que, con honor, viste el uniforme de nuestra primera institución de seguridad pública.
Aumentemos el presupuesto para capacitación, pero un presupuesto real y acorde con la misión; prestemos más atención a las necesidades del policía, porque es allí donde se genera el verdadero cambio, así obtendremos una Policía Nacional más profesional de la que nos podamos sentir orgullosos cada uno de los ciudadanos de este nuestro país, Panamá.
