¿Qué es lo que realmente nos hace libres? Es una pregunta que se hace la razón y que tratamos de responder desde muchas perspectivas. El tema de la libertad es muy profundo, pero no queremos meternos en cuestiones filosóficas, que harían el artículo demasiado abstracto.
Hay muchos que creen ser libres, “porque hacen lo que quieren”, pero ¿es eso la verdadera libertad? ¿Es libre el toxicómano que no puede dejar la droga? ¿Es libre el que solamente busca placeres y comodidades, sin cumplir sus compromisos de cada día?
La verdadera libertad para aclarar conceptos, pues muchos creen que libertad es hacer siempre y en todas partes lo que desean, de acuerdo a sus gustos y caprichos. Pero libertad es algo más grande y más profundo. Libertad es la capacidad de amar, pues sólo amando de verdad encontraremos el sentido de nuestra vida y podremos ser felices, pues Dios nos ha creado por amor y para amar.
Marx expresó su deseo delibertad así: “hacer hoy esto, mañana aquello, ir de caza por la mañana, de pesca después de comer, dedicarse a la cría del ganado por la tarde, discutir después de la cena, según las ganas que tenga en aquel momento”. Interesante. Sin embargo, según esta concepción, libertad sería la voluntad de hacer o dejar de hacer cada uno lo que crea conveniente en cada instante. Pero entonces, ¿qué ocurre cuando mi libertad choca con la libertad de los demás? Llega el dilema. Quien entienda la libertad como una liberación de las normas y leyes, está equivocado.
Otra corriente en total oposición y no menos perjudicial es el relativismo. Según esta teoría, “todo es relativo. No hay verdades absolutas ni principios universales e inmutables. El relativismo aplica equivocadamente a la moral la teoría física de la relatividad, que establece que el tiempo y el espacio son relativos y que los valores dependen del sistema de referencia”. Por eso, dicen, no hay arriba ni abajo, derecha o izquierda.
En último término, lo válido depende del punto de vista personal, de acuerdo a los criterios personales. Todo se basa en la propia conciencia que, para muchos, es la norma suprema e infalible. Y rechazan cualquier injerencia exterior como la moral o la ética, que, para ellos es intolerante por querer imponer sus propias ideas y valores, cuando todo es relativo y depende de las opiniones personales.
Ahora bien, la libertad es un requisito indispensable para amar. La libertad es la capacidad de amar, pues un amor obligado sería un amor de esclavo y no sería un verdadero amor. La libertad es un don y una tarea. Es un don para amar y una tarea para progresar cada día en el amor. Ser libres para amar y amar con libertad.
Decía Gandhi: “Un cuerpo enfermo se puede soportar, pero un alma enferma, no. Procura sanarte de tu egoísmo, soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia, pereza... Piensa en los demás y no quieras ser feliz tú solo. Sé feliz, haciendo felices a los demás”.