No, no son alfombrilla esas ronchas que salen en el cuerpo y pican. Es la rubeola (o sarampión alemán), una infección viral altamente contagiosa que se presenta generalmente en niños mayores y adultos jóvenes. Se transmite por vía respiratoria, y después de la exposición al virus la infección tarda de dos a tres semanas en aparecer.Se cree que el virus se multiplica en la mucosa del aparato respiratorio o en los ganglios linfáticos cercanos antes de pasar al torrente sanguíneo y diseminarse por todo el organismo.
Cabe destacar que el virus que causa la rubéola o rubeola es diferente al que causa el sarampión común. La inmunidad de una persona contra la rubeola no la protege contra el sarampión, ni viceversa.
La rubeola se manifiesta como una enfermedad leve y de corta duración. Los síntomas principales son fiebre, una erupción rojiza leve y diseminada, dolor muscular y dolor de cabeza.
Los efectos del virus de la rubeola son por lo general leves, pero el problema mayor de la rubeola es que el virus responsable es teratogénico; es decir, que puede alterar el desarrollo fetal y causar malformaciones congénitas si le da a una mujer embarazada.
Durante los años 1964 y 1965, cuando se produjo un brote epidémico de rubeola, nacieron más de 20 mil bebés con defectos congénitos. Durante este mismo brote epidémico se produjeron por lo menos 10 mil abortos espontáneos y nacimientos de bebés sin vida.
¿Cómo prevenirlo? Por medio de la vacuna trivalente (rubeola, sarampión y paperas). La edad óptima recomendada par la vacunación es entre los 12 y 15 meses de edad, luego una segunda dosis entre los 4 y 6 años. Todos los niños deben recibirla, a menos que exista una razón médica por la cual no deban hacerlo.
