Octavio Vallarino A. octaviovallarino@psi.net.pa La soberanía de Panamá sobre todo su territorio se consolidó el 1 de enero del 2000. Ahora pasamos a otra etapa de nuestras vidas, en la que hay una nueva relación con los estadounidenses; estrechamos con ellos nuestros lazos comerciales y damos solución conjunta al problema del narcotráfico y la seguridad por medio de convenios de patrullaje conjunto, aéreo y marítimo.
El Gobierno nacional, muy atinadamente, ha accedido a firmar acuerdos sobre este particular pensando en prevenir una situación lamentable antes de que sea demasiado tarde.
Ya es un tema agotado referirse al aporte económico que la presencia física de los estadounidenses aportaba al desarrollo de nuestro país. Adicional a esto, nos encontramos con el gran dilema de cómo garantizar la seguridad y cómo resolvemos el problema del tráfico de drogas, para lo que no tenemos recursos económicos, organización ni tecnología para controlarlo, y mucho menos combatirlo. La salida de los estadounidenses de Panamá y el desmantelamiento de los sofisticados equipos que ellos mantenían en nuestro suelo, ha hecho que la cantidad de vuelos irregulares a través del espacio aéreo y las misiones de naves extrañas en nuestras costas hayan aumentado.
Dada la situación actual de nuestra economía, se hace imperativo generar más riqueza mediante nuevas inversiones locales y extranjeras. Esas inversiones en gran medida serán parte de la solución al problema de la pobreza, pero entendamos que la seguridad y las inversiones están ligadas entre sí.
Por más que existan las oportunidades, si no hay seguridad, no hay inversión. No tengamos ninguna duda de que si los estadounidenses toman participación en el esquema de la seguridad nacional, el clima para la inversión en Panamá, por parte de locales y extranjeros, será mucho mejor.
Actualmente el tema del turismo pareciera ser otra de nuestras grandes oportunidades, pero debemos entender que el turismo y la seguridad del país también están ligados, porque nadie está dispuesto a arriesgar su vida por ir de vacaciones a un país considerado peligroso.
Además de mejorar el clima para las inversiones, también considero de suma importancia el hecho de que la población desea para ella y sus hijos la seguridad de vivir en este bello país sin temor a situaciones ajenas a las nuestras que atenten contra sus vidas. Mucha gente reconoce que Panamá es un país muy especial en términos de la calidad de vida, y definitivamente no queremos de ninguna manera que esto cambie.
Ya se ha conocido ampliamente de la inmigración de guerrilleros en nuestra fronteras, mofándose de nuestros escasos recursos para controlar esta situación. Frente a las amenazas que tenemos con la guerrilla, escojo tener una solución antes que un problema. Sin lugar a dudas, un patrullaje conjunto con la fuerza más poderosa del planeta produciría cambios muy positivos.
Estoy seguro de que habrá quienes no estarán de acuerdo con lo aquí expuesto, pero me siento seguro de representar a una gran mayoría de este país. Y a aquellos que pudieran salir a criticarme, solo les pido que en lugar de cantos de soberanía ofrezcan soluciones concretas orientadas a reducir el número de dos por cada cinco panameños que viven en la pobreza, y de uno de cada cinco que vive en extrema pobreza.
Sigue adelante, José Miguel. Firma el convenio con toda confianza y no tengas ninguna duda de que has tomado la decisión correcta enfocada a darle solución a un problema, y no dejar de tomarla para evitar críticas. Has dado un paso hacia adelante para controlar con más efectividad el narcotráfico, mejorar el clima de inversión en Panamá y darles seguridad a sus ciudadanos. Es un paso adelante para no perder la calidad de vida que tenemos en este país que tanto queremos y en el cual vivimos en paz y tranquilidad.
Estás atendiendo el canto de las grandes mayorías.