Ilana Rubenfeld era una conductora orquestal muy eficiente durante los años sesenta. Sabía perfectamente cómo indicarle a su grupo las escalas y tonalidades que debía interpretar. Todo iba en perfecto orden hasta que un espasmo en la espalda le cambió la vida.
La dolencia de Rubenfeld le dio a su actividad profesional un giro de 180 grados, y de artista se convirtió en una reconocida sanadora.
Integró algunas técnicas de educación somática como el Método Alexander, cuyo fin es ayudar a las personas a cuidar de su estructura corporal; los procesos Feldenkrais, que promueve la composición funcional y autoconciencia del movimiento, y la terapia Gestalt, que estudia el contenido emocional como posible promotor de movimientos que inducen a tensiones crónicas, para dar origen a un nuevo sistema psicoterapéutico destinado a promover el buen funcionamiento del cuerpo.
A esta fusión, la entonces conductora musical la bautizó como Sinergia Rubenfeld, ya que su multiplicidad de elementos permiten el auto cuidado esencial entre sus practicantes.
Cuarenta años después, la Sinergia Rubenfeld continúa siendo un método eficaz para el alivio de malestares crónicos.
Gilberto Barría, quien fue miembro del personal del Centro Rubenfeld en Nueva York (Estados Unidos), asegura que la dinámica propuesta de Ilana Rubenfeld permite que la persona tenga una imagen más definida de su propio cuerpo. Este factor es lo que más tarde le permite a un individuo conducirse de forma ligera y adoptar posturas saludables.
Barría, quien está próximo a iniciar instrucciones de Sinergia Rubenfeld en Panamá en el mes de enero, explicó que durante estos procesos se recurre mucho al movimiento corporal, mediante la imposición de manos y la comunicación verbal y corporal.
Para tal efecto, el sistema se vale de dos modalidades, una en grupo y la otra individual. La práctica individual se realiza sobre una mesa de masajes, dijo Barría. En ella, el individuo se reclina de modo que el practicante pueda proceder a manejar de forma ligera y conducente ciertas áreas del cuerpo, continuó.
En esta dinámica, la persona en cuestión se hace consciente de forma pasiva cómo se mueve su cuerpo. Según explicó el instructor, este paso es lo que dentro de las especialidades Feldenkrais se denomina como integración funcional.
Esta metodología ayuda a la persona a que reconozca sus puntos rígidos: cómo se presentan, en qué parte se encuentran, cómo afectan al resto de las articulaciones y si son producto de factores emocionales o físicos.
Las prácticas grupales. por otro lado, se hacen en sesiones en el piso o bancas, dependiento de las instrucciones a seguir.
No se aplica ninguna clase de fuerza, agregó. Se mueve la zona en cuestión hasta donde pueda llegar; con esto se pretende que el individuo descubra, por ejemplo, cómo una herida en su hombro puede estar íntimamente relacionada con el movimiento de su cabeza, explicó.
Los movimientos que se practican durante la terapia son especiales y ligeramente difíciles de describir, dijo Barría. No obstante, son de características sencillas, destinadas a explorar el rango de movimiento y articulación de cada persona.
El método se aplica en personas de cualquier edad. Cuenta Barría que todos pueden mejorar su condición física por medio de la Sinergia Rubenfeld, desde niños de 7 años hasta los adultos mayores.
Incluso se recomienda a infantes que presentan problemas congénitos, así como para bailarines y deportistas, y todos los que en general sufran de molestias neuromusculares causadas por estrés, esclerosis, bursitis y escoliosis de la columna vertebral, entre otros.
