El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo tropezó con lo que temía y, optó por un salvavidas, que mientras posterga decisiones necesarias no le salva la vida al usuario de las consecuencias de una pobre atención de salud.
El usuario de salud, el mismo que es también usuario del transporte y el mismo que, por su condición económica y social tiene que "contentarse" con lo que le ofrezcan, es quien posterga sus soluciones. Él, y no sus cuestionados dirigentes, tiene que salir a defender un sistema que no despilfarre los escasos recursos consignados a la salud, es decir, un sistema único con una administración no politizada y profesional a la cual se le exige rendición de cuentas desde las mismas instancias del cliente y, como mandato intransferible.
NADA de esto lo consigna el mamotreto de calles y avenidas chamurradas que, en su afán de maquillar el statu quo, lo descubre en su fealdad. El documento "Propuesta para el establecimiento de un Sistema Público de Salud. Aportes de la Mesa", que han presentado el Ministro de Salud y el director de la Caja de Seguro Social al PNUD, es, economizando adjetivos, decepcionante.
En ningún lugar ni en ningún momento este documento (1) acoge el deseo expreso de la ciudadanía por un sistema único de salud, (2) se decide por una administración de profesionales independientes, que no respondan a los intereses políticos del gobierno de turno, (3) ni le da lugar preponderante, como instrumento de calidad y ética, a la medida recomendada prioritariamente por los garantes, cual es la rendición de cuentas.
¿Qué propone este producto de los grupos que dicen estar interesados por la salud de los ciudadanos y las gentes que habitan en este país? Primero le dejan a la Caja de Seguro Social, cuyo desprestigio administrativo ya ni padre tiene, la conducción del sistema de servicios.
Dicen proponerse evitar la duplicidad de recursos y esfuerzos.
Palabrería vana y demagogia costosa, porque al mismo tiempo, proponen para todos los organismos directores, representaciones exclusivamente de la Caja de Seguro Social y del Ministerio de Salud, en una vulgar repartición de poderes, para que sean ellas, amaniatadas por el interés económico o político partidista, quienes den orientación y ejecución en un tal Consejo Nacional de Coordinación, en un tal Comité Técnico Nacional de Coordinación y en una tal Comisión Técnica Regional de Coordinación.
Como si fuera poco, el "nivel de decisión política" lo conforman más "coordinadoras", y cito: el Consejo Nacional de Coordinación del Sistema Público de Salud, integrado por el Ministro de Salud, el director de la CSS y el Ministro de Economía y Finanzas, y el Comité Consultivo y de Seguimiento para la Coordinación del Sistema Público de Salud. Un engendro diabólico como para nutrir hasta la morbosa obesidad, tanta y costosa burocratización política.
Esta nociva abundancia solo termina en descoordinación (no solo incoordinación) porque es más difícil coordinar los intereses de los directores de la Caja de Seguro Social y de las directrices políticas del partido(s) gobernante(s) manifiesto en la persona que lidera el Ministerio de Salud que, "ordenar 100 micos para una foto". Pero lo que ocurre, sin tapujos ni temores, es que no pocos de quienes están en esa mesa, o a quienes representan, quieren mantener prebendas, quieren ser todos autoridades y quieren ser todos coordinadores. Difícil complacerlos cuando por delante está la seguridad y la calidad de las medidas de salud que se le ofrezcan a una comunidad sana o enferma.
Vuelvo a repetir que los garantes nunca propusimos un organismo como éste, viciado de los mismos defectos presentes y pasados, politizado hasta hartarse de asco e ineficiencia, alejado del compromiso ético con el enfermo y con el usuario. Sin embargo, y nos preocupa al punto que no podemos soslayarlo ni dejar de denunciarlo, esta filosofía es compartida y estimulada -debajo de la mesa o encima de la mesa, según los interlocutores- por las actuales autoridades de salud: dos cabezas horrendas que salen de un mismo cuerpo grotesco y cansado.
Quizás haya que recordarle a los funcionarios de la Caja de Seguro Social y del Ministerio de Salud, esos que han tenido que dar la cara en los diferentes escenarios de un diálogo arrebatado, que al postergar los necesarios cambios de actitud y al mantener incólume la filosofía de repartir puestos públicos en la delicada función de salud - como respuestas partidarias o logros políticos - quiere decir que mañana, bajo la directriz de un próximo y desafecto gobierno, pasarán de oficinas refrigeradas e hipertrófico desarrollo de aquellos 5 minutos de poder, que todos anhelamos tener, a un centro de salud sin insumos, si tienen suerte.
