PACTO SOCIAL

Soberanía de ‘jure’ y soberanía de facto

La soberanía de jure (jurídica) de un país es aquella que cuenta con la aprobación y aceptación de la comunidad internacional de naciones.

La soberanía de facto es aquella en que el Estado comprueba tener la capacidad de servir a la población y atender sus necesidades básicas de salud, alimentación, educación, vivienda y seguridad que permiten calidad de vida a sus ciudadanos.

¿Cuán soberanos somos si se manifiesta un gran gap o distancia entre la soberanía de jure y la de facto? Para aquellos que repiten la ridícula frase “la soberanía no se come”… pues la respuesta es que sí se come… siempre que la de facto funcione y la ciudadanía mayoritaria tenga buena salud, alimentación, educación, vivienda y seguridad. Si seguimos siendo un país rico lleno de pobres, con gobiernos corruptos (donde el ladrón y mentiroso es héroe) entonces –por más soberanía de jure que tengamos– estamos poniendo en peligro la soberanía integral.

Para lograr la soberanía integral hay que lograr un pacto social entre el Estado (representado por el gobierno de turno), el mercado legítimo y cumplidor de las leyes, y la ciudadanía (representada por los gremios y la sociedad civil), esto en vez del proceso de imposición desde la cúpula del gobierno.

El nuevo gobierno ha hecho esfuerzos legítimos por resolver el problema de la corrupción, por regular el mercado para que cumpla con las leyes… todo con la aprobación mayoritaria de la ciudadanía; esto ha creado un sentido de optimismo que es beneficioso para la sociedad en su conjunto. En el entusiasmo novel del ejercicio del poder se han producido comentarios de ciertos funcionarios que demuestran que la excesiva vanidad se interpone en el camino de la inteligencia: “no vamos a co-gobernar con nadie”, o sea que fueron elegidos para mandar, y eso harán; bien, por el momento… pero la luna de miel siempre se acaba y entonces reconocerán que no basta con buenas intenciones y don de mando. Van a ir dándose cuenta de que la gobernabilidad va a depender del pacto social ya mencionado.

¿Recuerdan cuando Torrijos en su primer año –con un mandato claro, una gran y positiva aceptación de la población y el control absoluto de la Asamblea– se metió a reformar la Seguridad Social?... hizo caso omiso a la recomendación de dialogar con la sociedad. Él no necesitaba a la sociedad. Tenía un mandato para mandar. Mandó y forzó su Ley de la CSS… y se le prendió el mismo pueblo que días antes lo vitoreaba. Tuvo que forzar otra Ley para cancelar la primera y entonces se sometió al diálogo con la sociedad, lo que produjo una buena ley que resolvió el problema. Todos sabemos lo mal que terminó la gestión Torrijos… pero no hay cosa más difícil (aunque es muy fácil) que aprender de los errores ajenos.

Yo estoy de acuerdo con la pragmática agenda de acción vigorosa del Presidente, pero hace falta informar progreso más allá del primer mazazo. Necesitamos saber: ¿quiénes en Amador han pagado y quiénes faltan por hacerlo? ... los de la cinta, ¿ya compraron… y por cuánto? Figali: ¿qué pasó con su concesión no cumplida? ¿cómo quedó lo de la Zona Libre? ... las auditorías a los corredores: ¿cuándo terminan y qué ocurrirá con los resultados? Las salas de juego ilegales se llegaron a cerrar, pero los malhechores, ¿siguen cobrando de la empresa española? Sigue un largo etcétera; hay la necesidad de informar con transparencia.

Y hay cosas que no solo no van bien sino que parecen estar fracasando; la seguridad es la más importante. Allí, si no se quitan el casco militaroide y llaman a la sociedad a pactar un programa integral de Estado para la seguridad, van directo al despeñadero. Es el tema más importante que “toca al pueblo”.

En lo del transporte, el Plan Metro va viento en popa, pero mientras que los diablos rojos sigan matando gente, el asunto va adquiriendo un tufo a fracaso.

Conclusión: la sociedad está siempre lista para un pacto social que garantice la gobernabilidad y la soberanía integral. Esperamos que usted esté listo, señor Presidente. Todos los panameños queremos seguir con un sentido de esperanza y de pertenencia. La Nación es de todos, y todos queremos que el gobierno tenga éxito.

Todo gobernante necesita recordar esto a diario porque el mandato electoral jamás es un cheque en blanco por cinco años. Por la victoria electoral, al principio es aceptable que mande, pero luego de la luna de miel hay que gobernar con la sociedad… ojalá que así sea.


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