Sombras de guerra: de Hitler a Husein

PARIS, FRANCIA. -Además de los paralelos que muchos ven entre la invasión a Panamá en 1989 y la que Estados Unidos está preparando contra Irak (ver la columna del domingo pasado), los que apoyan la posición estadounidense ven paralelos entre Husein y Hitler.

El más elocuente expositor de este argumento es Kenneth Pollack, ex analista de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). El título de su libro The Threatening Storm: The Case for Invading Iraq, hace alusión al primer tomo de las memorias de Winston Churchill, titulado The Gathering Storm .

Escribe Pollack: “El momento que encaramos es parecido a otro, a principios de 1938...Winston Churchill y otros arguyeron que se debía declarar la guerra a Alemania de una vez, para poner fin a la beligerancia alemana y evitar un peligro aun más grave después. Los líderes de Inglaterra y Francia creían que si lanzaban semejante guerra preventiva contra Alemania, probablemente la ganarían...pero que sería demasiado sangrienta”.

“Esto fue un error terrible”, señala Pollack, opinando que “así como Francia e Inglaterra han debido tomar armas [contra Alemania] en 1938, yo creo que Estados Unidos debe levantar sus armas contra Irak para acabar de una vez por todas con la amenaza que representa el régimen de Sadam Husein”.

Pero la analogía entre Hitler y Husein me parece incorrecta, no porque Husein sea menos monstruo que Hitler, sino porque el momento histórico no es igual. Una guerra contra Hitler en 1938 no hubiera sido “preventiva”, porque Hitler ya estaba abiertamente en pie de guerra. Pollack escribe como si no hubiera sido precisamente en 1938 que Hitler anexó Austria y se tomó partes de Checoslovaquia y Polonia. Ciertamente fue un grave error que Inglaterra y Francia trataran de apaciguar al monstruo en Munich (octubre de 1938), pero el error estuvo en no percatarse de que Hitler era una culebra que ya se había escapado de su jaula.

Husein, por contraste, todavía está enjaulado y todavía hay mecanismos disponibles para asegurar que se quede allí. En inglés, los comentaristas usan la frase keep him in his box, política que los analistas tildan de containment. Es cierto que Husein se ha salido de su jaula dos veces desde que subió al poder en 1979, pero hay que fijarse en lo que ocurrió en cada ocasión. La primera vez fue en 1980, cuando Husein atacó a Irán; la reacción de Estados Unidos fue apoyarlo y regalarle cientos de millones de dólares en municiones. La segunda vez fue en 1990, cuando Husein invadió Kuwait; el resultado fue una derrota humillante a manos de una alianza internacional liderada por Estados Unidos.

¿Por qué no tumbaron a Husein entonces? Pollack explica que Estados Unidos y sus aliados pensaron que la derrota había debilitado a Husein al punto de que su dictadura se caería por su propio peso. Ahora sabemos que eso fue un gran error, y hasta Pollack lo reconoce. Yo me atrevería a señalar -para usar la misma analogía de Pollack- que es como si Inglaterra y Francia hubieran derrotado a Hitler en 1938 sin removerlo del poder, creando así la necesidad de volverlo a derrotar 10 años después. Algunos afirman que los asesores de Bush, amargados por su error, llegaron a la Casa Blanca con el propósito de usar cualquiera excusa para atacar a Husein. (Ver el libro Bush at War, por Bob Woodward, 2002.) Pero yo pregunto que si el mismo equipo que hoy asesora a Bush hijo se equivocó tan gravemente al asesorar a Bush padre sobre Irak, ¿por qué debemos confiar en ellos ahora?

Eso me lleva a otro error en la analogía que Pollack hace entre la situación actual y la de 1938: Hitler y Husein podrán ser equivalentes, pero George W. Bush no tiene parecido alguno con Winston Churchill. Si nos vamos a una Tercera Guerra Mundial, yo preferiría hacerlo bajo un liderazgo que me inspire más confianza, sin hablar de que prefiero que terminemos la guerra contra Osama bin Laden antes de comenzar una nueva.

Viendo la catástrofe causada por los errores de 1938, solo me queda la esperanza de que el error de no acabar con Husein en 1991 no produzca un nuevo desastre. Temo por las vidas que se perderán (tantos iraquíes como estadounidenses), temo que esta guerra abanicará el terrorismo contra Estados Unidos en lugar de derrotarlo, y temo que el conflicto tenga consecuencias imprevistas. Ojalá que estos temores resulten infundados.

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