Iban a las penitenciarias, y a la antigua cárcel Modelo, como el caso del primer asesinado en sus instalaciones luego del golpe militar, José del Carmen Tuñón (1969); o ya a la isla penal de Coiba, como Floyd Britton, para los efectos desaparecido desde 1969 no obstante haber un expediente nulo y viciado que acredita su muerte como natural(!?), ya que las autoridades militares encargadas, previas solicitudes, jamás entregaron el cuerpo a sus familiares, y a la fecha su búsqueda sigue siendo un misterio, como Reynaldo Sánchez Tenas (1975), un ex militar desaparecido en la ciudad de Panamá, mas su osamenta completa apareció en el cementerio del penal de Coiba según identificaciones del año pasado. Este último ni siquiera era activista político, mucho menos izquierdista (como fichaban los sapos militares criollos a aquellos y a otros para luego reportárselos al Tiburón, según los cables de inteligencia al Departamento de Estado, donde leemos además los nombres de Carlos Iván Zúñiga, Eligio Salas, Víctor Avila, y que reposan también en los expedientes entregados a la Procuraduría), como el chileno Gerardo Olivares, activista internacionalista, detenido en Chiriquí y asesinado en Coiba, según reportaba con agrado el director del penal en 1977 en informe dirigido al general Torrijos.
¡Ups...! Lo siento, olvidé que como este último es difunto, no debo rasgar el velo inmortal de su mistificada inocencia, por no poder defenderse personalmente de las críticas, llamadas ataques cobardes (ni Cristo se ha librado de estos) y que exigieron suspender los herederos de su creación política, el partido. Lástima que a Mussolini o a Somoza... no les sobrevivió un partido que les reclamara lo mismo, sin importar nuestro derecho universal de prohibido olvidar, al ver la justicia hecha añicos por la voluntad del rico o por orden militar.
Otros fueron llevados al patio de la casa de una vecina de Teresita de Chism, en Punta Barco, ex funcionaria y colaboradora del general Noriega y procesada por peculado, al ser encontradas, por ahora, cinco osamentas, fortuitamente; la primera debajo de la cerca próxima a la playa, removida para la construcción de un muro de contención de oleaje.
O terminaron en el limbo espeso y malsano de las conciencias sucias de militares y civiles, con ojos de perro azul, que, ... tropezando por las calles con la maldad ríen sarcásticamente al comprobar que hoy la mentira es más fuerte que la verdad.... Conciencias perversas que mantienen ocultos todos los demás restos de desaparecidos, incluyendo los del padre Héctor, ya que aun con el dolor que nos causó saber de los cobardes homicidios del padre Antonio y su monaguillo Andrés, sus inmolados cuerpos pudieron ser sepultados cristianamente y con lágrimas por los miles de campesinos devotos ... sonando las campanas un, dos, tres... de su pueblito en medio de la nada..., mientras que el de Gallego aún espera serlo.
Definitivamente, señor Blades, estas personas desaparecieron ... porque no todos somos iguales..., no eran chicos o chicas plásticas, sino Pablos Pueblo ... hijos de la miseria y del hambre.... No eran idealistas de la crema aristócrata cuyo poder económico o político hubieran salido en su rescate, o no existió entre ellos algún español, no importara fuera el hijo de doña Mercé, pero por cuyo nacional algún juez Garzón (aún no imitado en Panamá), hubiera extendido hoy el brazo largo de la justicia, haciendo con ello Patria,... porque patria son tantas cosas ...
Señor Blades, usted es un ícono, el Neruda panameño de la música que aspiró a dirigir la Presidencia de este país; como tal, sus posiciones son objeto de mayor examen que las de cualquier otro político, por el reflejo congruente que se espera de su admirada trayectoria profesional.
Basta ya de la tontera cínica de que gracias a la dictadura con cariño éramos privilegiados. Sepan que, por el contrario, fuimos 500 veces más reprimidos en comparación con México, Chile o Paraguay, considerando que para la época en que se registra la mayor cantidad de desapariciones y asesinatos (1968-1972), éramos cuatro gatos.
