El paciente se está muriendo y los encargados de reanimarlo están decidiendo quién tiene la culpa de la catástrofe... "De tin marín, de do pingüé." El escándalo es tal, que nadie se da cuenta que las alarmas están sonando desesperadamente tratando de avisar que está a punto de morir.
Esta imagen, digna de una película de Mel Brooks, es la que se me viene a la mente cuando leo las noticias sobre la precaria situación que atraviesa la Caja del Seguro Social y las "diferencias de opinión" entre los empleados, la junta directiva, el administrador, el contralor, los médicos, los patronos, los obreros, los jubilados, y todos los otros "actores" de este drama del que somos testigos.
Es un hecho que la situación del Seguro es deprimente. Los números que otrora fueran negros, han tomado un tinte rojo como si hubieran estado guardados dentro de las bolsas de Banistmo. Primero había un déficit actuarial en el programa de Invalidez, Vejez y Muerte. Repentinamente se "contagió" al programa de enfermedad y maternidad, para luego afectar también a los programas de Riesgos Profesionales y Administración. Ahora resulta que si no se aprueba un "crédito extraordinario" de 30 millones de dólares (necesarios para "cumplir obligaciones"), la estabilidad operacional de la institución (y aparentemente del país) se encuentra en serio peligro. Esto toma un matiz mucho más complicado, si quienes deben administrar y dirigir el Seguro no muestran real interés en que esta situación termine de arreglarse, culpando de todos los males a la Contraloría (o mejor dicho, al contralor) y a sus asesores. Tal vez esto no sea del todo falso, pero da la impresión de que hay mucho antagonismo personal de por medio. Por otro lado, este discurso encuentra un peligroso eco en líderes sindicales que sueñan con debilitar los recursos privados en que debería basarse el desarrollo nacional. Ya amenazaron con un paro nacional si no se aprueba el crédito. Y los empleados públicos harán un "paro militante" (que significa "trabajar con desgano". ¿como siempre o aún peor?). Basado en todos estos hechos, como que aquella historia de la "agenda escondida del profesor" pareciera volver a tomar vigencia.
Lo triste es que mientras "la presión arterial de nuestro paciente sigue bajando", resulta que todo el problema del Seguro es producto del "modelo de desarrollo económico del país" donde "solo se piensa en ganancias y no se generan trabajo ni salarios". ¡Ahora sí que brincamos 40 años para atrás!... este discurso está más caduco que el frasco de penicilina original de Fleming. El problema es "el capitalismo" y la solución sería. adivinen. sí. ese mismo sistema que quedó sepultado bajo los escombros del Muro de Berlín, del que los países del este europeo han huido como si sus dirigentes fueran leprosos jugando "la tiene". el mismo sistema inoperante que Fidel Castro insiste tiene a los cubanos saltando de alegría y deseando que dure para siempre. Los "teóricos" de estas propuestas alegan que no se está hablando de "comunismo cubano", sino de "socialismo escandinavo". Lo que estos individuos no parecieran entender es que en Suecia viven suecos y no "panameños vida mía" que, de acuerdo con la última encuesta, no estamos dispuestos a sacrificarnos individualmente para salvar al Seguro. hay que hacer algo, pero "que lo hagan los demás porque yo no soporto más sacrificios". Un consejo para nuestros ñangarócratas: tratar de montar una lucha de clases con la excusa del Seguro no nos lleva a nada bueno. Dividir a los ricos y los pobres no trae estabilidad y, aunque no quieran aceptarlo, sus enemigos "los ricos" buscarán una solución a su problema (así implique salir de Panamá) y serán "los pobres" y la clase media quienes carguen con el problema producto de sus caprichos ideológicos.
Mientras tanto, los candidatos presidenciales. "bien gracias y usted". se quedan callados porque, como las medidas que hay que tomar no son populares y pudieran costar votos, es mejor ignorarlo. De veras que es digno de "líderes nacionales responsables y preparados".
Tenemos que tener mucho cuidado para que, si la situación sigue deteriorándose, no vaya a aparecer algún populista estilo Hugo Chávez que comience a prometer tierras y propiedades para "el pueblo" y que vaya a encontrar un discurso que, abonado en la frustración, logre apoyo electoral y termine llevándonos a un verdadero caos social y económico. A este tipo de personajes es a los que, asociados a algún político sabio (de los que desgraciadamente abundan en nuestro país), se les puede ocurrir una de esas ideas geniales de las que ya nos han demostrado ser capaces, como imprimir papel moneda para tener con qué pagar las jubilaciones o nacionalizar bancos y empresas para evitar la fuga de divisas. Aunque esto pueda sonar "cataclísmico", recordemos que ya ha pasado en Latinoamérica. Y las consecuencias son de todos conocidas.
En alguna ocasión escribí sobre la importancia de mejorar los controles y la eficiencia administrativa del Seguro Social, antes de comenzar a inyectarle dinero a un sistema con más fugas que un colador. Sin embargo, es un hecho que mientras se establecen esos controles, hay que buscar soluciones verdaderamente radicales que representen la salvación financiera de la institución con la participación de todos. Lo que es un hecho es que sería bueno que se dejaran de decir que "yo no fui" y que "fue Teté" y nos dedicáramos a buscar una solución antes que se muera nuestro agónico paciente.
