CAMBIO DE ENFOQUE

Transformación curricular, ¿de qué hablamos?

La educación panameña se encuentra en una encrucijada, desde el siglo pasado se han hecho estudios para ver de qué manera se puede mejorar el sistema curricular desde las bases. El sistema se aboca, más que nada, al ensayo y error, dando como resultado un fracaso en el producto final.

Desde esta perspectiva, me atrevo a decir que los estudios no han sido profundos o, lo que es peor, la transformación ha sido muy somera en su aplicación. Esto puede deberse a factores exógenos, como la política que ha puesto a cargo del Ministerio de Educación (Meduca) a funcionarios con poca visión, quienes aun cuando haya contado con una extensa y ponderable hoja de vida, carecen de la actitud y la aptitud para asumir tal reto. Igual ha ocurrido con la formación de los docentes. En la década de 1950 el docente era respetable, admirable, era el modelo a imitar de los dicentes, y eran inculcadores de disciplina. Hoy el cuerpo docente ha caído en la conformidad, no pone de su parte para que la situación mejore.

Señores, he allí el verdadero problema de la educación panameña: los docentes. Así mismo como el mundo ha avanzado, de la misma manera los docentes deben prepararse para el siglo actual. El sistema educativo ha dado un giro a nivel mundial, de la educación de sistema sumativo a la educación formativa.

El problema no está en las materias que se dan en las escuelas, como todos los estudios arrojan, y el Meduca apunta y apuesta; tenemos un problema mucho mayor y es que los docentes que se integran al sistema no tienen esa formación didáctica que el mundo exige actualmente. La sociedad no quiere robots, la sociedad está pidiendo que se formen en las escuelas a hombres y mujeres con verdadera capacidad para resolver los problemas del mundo de hoy. Estudiantes que se formen con verdadero conocimiento, que hayan “aprendido a aprender”, que no dependan de la memoria para obtener una nota. Lo que la sociedad espera son nuevas capacidades para crear soluciones a los retos del mundo actual, principalmente, que puedan atacar los problemas de nuestra sociedad con soluciones modernas, adecuadas al momento, que no se busquen soluciones con modelos antiguos que no han dado resultados.

Entonces, lo que necesitamos es que se haga una verdadera transformación en la formación de los docentes, principalmente, los de grados de base y grados intermedios, hasta las licenciaturas.

Lamentablemente, la mayoría de los docentes se conforman con cumplir con un plan curricular, pero ¿acaso cumplir con el plan en teoría es garantía de que se cumplió verdaderamente con los objetivos de ese plan?, pues tal parece que no es así, y es que siguen produciendo robots en serie. La libertad de cátedra es un derecho que tiene el docente para ser creativo para utilizar nuevas herramientas en la formación del dicente, que necesita motivación para quedarse en el aula de clases. El docente debe utilizar la didáctica motivadora nada se lo impide.

Tal cual lo hacen muchos profesores a nivel de maestría, es enriquecedor contar con verdaderos formadores, por ejemplo Julio Góndola, Erasto Espino y Rosaura González Marcos, entre otros. Ellos, a mi criterio, son verdaderas joyas de la educación actual.


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