BUENOS AIRES, Argentina (EFE). Una pareja de argentinos hizo realidad un sueño de su adolescencia y unió Buenos Aires con el Mar Artico a bordo de un automóvil modelo 1928, en una aventura de 70 mil kilómetros por 20 países que llevó más de tres años.
Durante la travesía por el continente americano, Herman y Candelaria Zapp concibieron y tuvieron un hijo, llamado Nahuel Pampa, que nació en el mes de junio del año pasado en Estados Unidos, informó el diario bonaerense Clarín .
Ambos se prometieron llegar a Alaska cuando, a los 14 años, forjaron una amistad que poco a poco dio lugar a un noviazgo y una década después culminó en boda.
Por su trabajo, él como electricista y ella como ingeniera, fueron postergando la partida hacia el Artico hasta que un mecánico de la marca de automóviles Graham Paige les ofreció un clásico de cuatro puertas, con motor original y estructura de madera fabricado en 1928.
Con ese vehículo, que no supera los 40 kilómetros por hora y al que bautizaron Macondo Cambalache, partieron desde la capital argentina el 25 de enero de 2000 y en siete meses pasaron por casi toda Suramérica: Chile, Bolivia, Perú y Ecuador, donde se quedaron sin dinero.
En lugar de pensar en el regreso, Herman escribió un relato del viaje titulado Atrapa sueños , mientras que Candelaria se puso a pintar y con la venta del libro y los cuadros consiguieron el dinero necesario para seguir con la aventura.
La pareja concibió en Guatemala a su primer hijo y el nacimiento se produjo en la ciudad estadounidense de Greensboro, cuyos vecinos pagaron los 5 mil dólares exigidos por el hospital local en el que la mujer dio a luz a Nahuel Pampa.
Ya con el bebé a bordo, la aventura siguió por Estados Unidos y Canadá, hasta que en Toronto el auto finalmente sufrió un desperfecto, pero con gran emoción los argentinos se toparon con un compatriota mecánico que no dudó en ayudarles.
El 19 de agosto pasado el cartel Bienvenidos a Alaska les cortó la respiración y el 9 de septiembre finalmente se produjo la esperada llegada a la costa del Mar Artico, que los recibió con una temperatura de 20 grados bajo cero.
Alcanzamos el sueño gracias a miles de personas que nos abrieron su casa, nos dieron comida y nos compraron el libro y las pinturas, declaró al periódico Herman, de 35 años de edad, que en el viaje aprendió que el secreto para cumplir un sueño es comenzarlo.
Salimos a conocer un continente maravilloso, pero nos dimos cuenta de que lo que lo hace más maravilloso es su gente, coincidió su esposa, de 33 años, quien comentó que la familia volverá a Argentina para vivir en una granja y empezar de nuevo.
