HAMBURGO, Alemania. (DPA) -Veinte años después del descubrimiento del virus del sida no se ve aún una esperanza. Al comenzar la tercera década de esta pandemia, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida sigue invicto su carrera mortal: en todo el mundo, 42 millones de personas llevan el virus VIH en la sangre y más de 20 millones han muerto ya.
Aunque los grupos de trabajo de Luc Montagnier (Francia) y Robert Gallo (Estados Unidos) dieron a conocer el 20 de mayo de 1983 en la revista Science que habían aislado por primera vez el virus, la ciencia ha logrado sólo desarrollar medicamentos que detienen el curso de la enfermedad. Pero, según dijo Gallo a DPA, pasarán aún al menos veinte años antes de que se logre una vacuna que permita su prevención.
La enfermedad afecta principalmente a los pobres, pero menos del 4% de ellos recibe los medicamentos necesarios. Los investigadores progresan, por ejemplo, con Enfuvirtide, una nueva substancia autorizada en marzo pasado en Estados Unidos, que impide que el virus penetre en los llamados linfocitos T y los mate. Sin estas células el sistema inmunitario no puede detener los ataques de otros agentes patógenos.
Pero el Enfuvirtide es un medicamento sólo para ricos: el tratamiento cuesta 20 mil dólares por año. No es una alternativa para los casi 30 millones de portadores del VIH en el Africa subsahariana, y mucho menos para los afectados en Europa del Este y el Asia Central.
Y es allí donde se requiere urgentemente ayuda: el 75 % de todos los infectados del virus vive en Africa. Sin tratamiento, la mayoría de ellos no sobrevivirá al próximo decenio: diariamente mueren más de 6 mil. La epidemia de sida afecta, además, la democracia y la economía, y con ellas la estabilidad de numerosos Estados africanos.
Y tampoco hay esperanzas de un mejoramiento. La enfermedad se propaga a mayor velocidad que la conciencia de ella en la población y que los programas antisida de los gobiernos.
Dentro de menos de diez años, se estima, veinte millones de niños habrán quedado huérfanos en Africa a causa del sida, y la economía se habrá debilitado en 20%.
Al mismo tiempo, lentamente se incuba otra amenaza: en ninguna parte se propaga el sida más rápidamente que en Europa del Este. La región se encuentra al borde de una grave epidemia, con consecuencias impredecibles para muchos millones de personas. En 2002 hubo en Europa Oriental 250 mil nuevas infecciones, incrementando el número de afectados a 1.2 millones, según ONUSIDA, el programa especial de Naciones Unidas contra el sida. Sólo en la Federación Rusa, el mal se ha propagado en menos de ocho años a 86 de las 89 regiones.
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