El panameño David Viteri, quien fue beneficiado con una rebaja de pena por el Ejecutivo a pesar de estar condenado por un caso de narcotráfico, trabajó para la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) como informante desde 1992, y cobraba 300 dólares por cada kilo de estupefacientes incautado en las operaciones en las que participaba.
Así lo confirmó una fuente ligada a la DEA, quien explicó que Viteri no era un agente encubierto, porque no era un funcionario de esta agencia, sino un informante que brindaba su colaboración de manera independiente y bajo su propio riesgo.
Dijo que Viteri cobraba por resultados positivos de las informaciones que suministraba a la agencia.
Añadió la fuente que en los archivos de la DEA están los cheques que cobró Viteri, y que tenía una tarifa de 300 dólares por cada kilo de cocaína que se incautaba como resultado de sus datos.
En las operaciones de inteligencia hay tres tipos de informantes. Uno que es considerado como simplemente un informante; también está el informante confiable, y el informante de entero crédito.
Viteri era considerado como un informante confiable por la DEA y de entero crédito para la Policía Técnica Judicial y la Fiscalía de Drogas.
Viteri, según la fuente, se reunía con los encargados de la DEA en Panamá en un local ubicado a un costado de la Embajada de Estados Unidos, localizada entre Avenida México y Avenida Balboa, y que es conocida como la casita.
A ese lugar también llevan a los narcotraficantes que son investigados por la DEA para ser interrogados. La mayoría de estos interrogatorios no se notifican a las autoridades antinarcóticos panameñas, declaró la fuente.
La DEA le suministró a Viteri un nombre ficticio y un número de código en clave para proteger su identidad.
Las oficinas centrales de la DEA en Panamá están localizadas en la planta baja de la Embajada de Estados Unidos, pero los informantes de esta agencia no acuden a estas oficinas, sino a la llamada la casita.
En la casita, expresó la fuente, solo hay un agente de seguridad privado en la puerta para no despertar sospechas. En el interior hay tres pequeños cubículos con tres funcionarios de la DEA que son los que reciben los datos de sus informantes.
Cada informante trabaja de manera independiente con un coordinador de la agencia para mantener la confidencialidad de la fuente.
En algunas ocasiones, Viteri recibía instrucciones directas de la DEA sobre actividades del narcotráfico en las que debía introducirse, pero en otras ocasiones trabajaba con la PTJ.
Según consta en los archivos de la DEA y la PTJ, Viteri se infiltró en 1997 en una red de narcotraficantes compuesta por colombianos y panameños que ocultaba mil 800 kilos de cocaína en una residencia ubicada en el sector de Chanis, en la ciudad capital.
La operación se realizó el 2 de febrero de 1997 por agentes de la Fiscalía de Drogas en la residencia 141 de la Calle Valladolid en el sector conocido como El Romeral, en Chanis.
Reinaldo Reyna, quien para esa fecha era el jefe de la División de Narcóticos de la PTJ, dijo que se trató de una operación de inteligencia que contó con mucha información que se analizó, se verificó y, finalmente, se ordenó el allanamiento.
De igual forma, hay documentos de inteligencia que revelan que Viteri coordinó operaciones de drogas con Ramiro Jarvis, cuando éste era el subdirector de la PTJ, además del inspector Anel Bradier, también de la PTJ.
El padre de Viteri, de nombre Alberto Viteri, fue miembro de las desaparecidas Fuerzas de Defensa y era conocido con el apodo de mano negra, porque se le consideraba como un agente implacable en la lucha contra el crimen.

