Hace aproximadamente un año escribí un artículo que titulé "Mi testimonio sobre el Viernes Negro", que salió publicado en este mismo diario en el mes de julio. Lo hice para recordarles principalmente a nuestros políticos que cada cinco años aspiran a llevar las riendas del Estado, que el sacrificio de tantas personas no fue en vano y que existe una grave responsabilidad ante todos de hacer y dar lo mejor por el país, incluyendo a la llamada sociedad civil.
Transcurridos casi 19 años desde los aciagos días de julio de 1987, no hemos querido o podido asimilar la lección. Vivimos 21 años de miasma dictatorial donde los valores cívicos, morales, éticos, patrióticos y de toda índole se trastocaron, una invasión con su secuela de muertes, desapariciones, destrucción, dolor y pérdidas materiales y no hemos avanzado mucho. No basta con decir que vivimos en democracia, si en verdad ni la ejercemos realmente ni nos interesa conocer a qué sabe; hemos tomado el camino del juega vivo, el tráfico de influencias, ¿y los valores? Muchos continúan trastocados.
Alguien me comentaba que con la partida de Noriega hacia una cárcel gringa, muchos pensaron que nuestros problemas habían terminado, sin embargo las palabras del MAN profetizaron que teníamos que cuidarnos de los que venían detrás de él. Y así ha sido.
Nada más hagamos un somero análisis de toda nuestra sociedad, de sus organizaciones, para que lleguemos a la conclusión de que nada ha cambiado y continuamos carcomidos con el virus de la corrupción que amenaza con asfixiarnos. Nadie se escapa de esta percepción y hemos llegado a convencernos que ser funcionario estatal es sinónimo de ser corrupto.
Ser político partidista es peor, pues de corrupto se pasa a corruptor. La llamada sociedad civil, de donde muchas veces parte la corrupción, tampoco se salva del juicio del pueblo.
Hago este preámbulo para colocarnos en la realidad que estamos viviendo.
Soy miembro de un partido político que salió muy maltrecho de la última contienda electoral. Soy panameñista y pertenezco a un grupo denominado MAPA (Movimiento de Acción Panameñista). Algunos me han criticado por ser panameñista, pues, según ellos, no hice lo suficiente para que las cosas malas que han sido señaladas en los medios de comunicación y que incidieron en nuestra aplastante derrota, sucedieran. Acepto la responsabilidad, pero no la culpa. Acepto mi cruz, pero al mismo tiempo les digo a mis críticos que es muy cómodo hablar desde afuera de los partidos sin vivir sus miserias humanas.
Ojalá también reconocieran mi responsabilidad en las cosas buenas que se hicieron, que fueron bastantes.
He tomado la decisión de coadyuvar a sacar mi propuesta política adelante; estoy convencido de que mi partido es ideológico, pero que cada vez que nos desviemos de sus postulados cívicos, sociales, populares y revolucionarios, el pueblo nos va a dar duro: ¡Unión – Acción – Revolución! Es mi deber tratar, aunque muchos piensen que es por gusto.
Hace poco, MAPA realizó dos foros informativos sobre el Canal de Panamá, ya que próximamente la Autoridad del Canal presentará al Ejecutivo un proyecto para su ampliación. Ambos eventos se realizaron en las instalaciones del Colegio Nacional de Abogados y a pesar de que los divulgamos, enviamos invitaciones a través del internet, de boca a boca, e hicimos algunas
intervenciones en los medios que nos dieron la oportunidad, ni nuestros diputados a la Asamblea Nacional, nuestras autoridades y candidatos a la presidencia del partido, se hicieron presentes.
Debo hacer la salvedad de que al primer foro celebrado el jueves 23 de marzo asistieron el diputado José I. Blandón, el licenciado Marco Ameglio, quien dio un informe sobre su visita al presidente Torrijos y algunos miembros del directorio.
¿Qué imagen puede quedar de los jerarcas de mi partido, de sus diputados, candidatos, etc. que no asisten a una actividad del partido acerca de un tema que si no se maneja de manera transparente, con abundante información y amplio debate con oportunidades por igual para todos los sectores, puede dar al traste con nuestra economía, futuro y estabilidad como país?
Existe un interesante documento con recomendaciones y observaciones que MAPA ha preparado para su entrega al partido y a otras instancias.
Alguien dijo demagógicamente que "el Canal es la religión que une al pueblo panameño....". Si las religiones tienen liturgias para todo, incluso para los entierros, no sería raro que los partidos políticos que se sustraigan del tema o lo manejen entreguistamente estarían asistiendo a sus respectivos funerales de cruz alta en el 2009. El pueblo no aguanta más.
No escapa a nadie la percepción que la ciudadanía tiene de los políticos y especialmente de los diputados, que va desde la mudez de algunos, el tráfico de influencias, pasando por la falta de conocimiento de los temas nacionales, carencia de compromiso con sus electores y otras especies. Hay honrosas excepciones.
Por otra parte, hemos lanzado una idea que ya debió ser aceptada por todos los candidatos a la presidencia de mi partido: la realización de debates públicos entre los cuatro candidatos, en fechas previas a las elecciones de convencionales y demás cuadros políticos. El único que respondió aceptando inmediatamente fue José I. Blandón. Desconozco si los otros tres candidatos están dispuestos.
Sería interesante ver qué respuestas darían a interrogantes como por ejemplo: "¿Qué haría como presidente del partido con diputados de su bancada que nunca asisten a las sesiones de la Asamblea? ¿Considera que un partido moderno debe erradicar prácticas tan nocivas como el clientelismo, que se expresan a través del otorgamiento de dinero, prebendas y otras maniobras politiqueras? ¿Qué haría usted para coadyuvar a erradicar efectivamente la corrupción en un gobierno del cual usted y su partido formen parte? ¿Qué piensa de las acusaciones y señalamientos de manejos dolosos de fondos públicos dirigidos a miembros de nuestro partido que fungieron como autoridades del pasado gobierno?... Quiero conocer sus ¡programas, programas, programas! Los panameñistas y el pueblo quieren escucharlos y verlos también.
Comencemos a poner nuestra casa en orden para entonces aspirar a poner la República en orden.
Señores, ustedes tienen la palabra.
